Diez grados centígrados de temperatura, lluvia incesante y un 92 por ciento de humedad no pudieron callar a los más de mil aficionados del Sporting de Gijón desplazados hasta Miranda de Ebro este sábado para vivir el partido desde las gradas del estadio de Anduva.
Si bien no pudieron traerse los tres puntos de vuelta a Asturias, La Mareona ha demostrado por enésima vez que está en las buenas y en las malas y las de Anduva eran muy malas, al menos en estancia física. Su aliento permitió a los de José Alberto López sumar un punto en un campo que se encontraba completamente anegado por culpa precisamente de la lluvia. Fueron la gasolina de los jugadores rojiblancos cuando ya ni el balón quería rodar.
Un sentimiento incombustible que ha llevado a este millar de aficionados a recorrer más de 345 kilómetros (unas tres horas y media de camino) para, resguardados como podían bajo paraguas y chubasqueros, ver a los suyos defender el escudo con uñas y dientes.
Una afición que nunca defrauda y que este sábado, una vez más, ha sido la luz a la que miraban los futbolistas rojiblancos en un túnel oscuro.