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El lado más humano de Aitor García

Alejandro Montiel

Hablar de Aitor García (Gibraleón, 1994) es hacerlo de un futbolista diferente. Es importante tenerlo en cuenta porque su historia, la cual muchos conocerán a través de las siguientes líneas, así nos lo hace saber. Y no, hoy no vamos a destacar sus atributos técnicos, tácticos o físicos. Es momento de descubrir al Aitor persona, al chico que un partido en La Nueva Condomina cambió la vida. Empecemos por el principio.

Un carácter forjado entre el césped y la hostelería

Posiblemente si preguntan a los aficionados de los equipos en los que ha jugado Aitor por este onubense muchos lo describirán como un jugador distinto a los demás. Con el balón y sin él. Con algo de genio, como se suele decir. Y esto, como todo, tiene una explicación.

Aitor comenzó a dar sus primeras patadas a la pelota cuando casi ni sabía andar. En Gibraleón, en Ayamonte -donde vive su familia materna- y en los campos de fútbol de la provincia de Huelva en los que jugaba Mario, su padre y principal responsable -más allá del propio Aitor- de que el olontense hoy sea futbolista profesional.

Mario, como buen padre futbolero, acompañaba a su hijo a todos los partidos que este jugaba en sus inicios en las categorías inferiores del PMD Gibraleón. También en la cantera del Recreativo de Huelva. Y lo sigue haciendo junto a Bea -la madre de nuestro protagonista- cada vez que el trabajo se lo permite. Un trabajo, el de sacar adelante su propio restaurante, que bien pudo ser también el de Aitor. Al menos sus pinitos los dio. Siempre queriendo ayudar a sus progenitores, aunque a veces 'obligado' por su desempeño como estudiante. Cuando llegaban las notas a casa de los García Flores, el ahora jugador del Sporting de Gijón sabía que le iba a tocar pasar las vacaciones castigado. Mientras sus amigos estaban en la calle haciendo cualquier cosa, él no tenía más remedio que echar un cable a sus padres para compensar su poca atracción por los estudios.

Aitor García, abajo en la fotografía, en la cantera del PMD Gibraleón.

La solidaridad, siempre presente

Con Aitor se puede contar para todo, así lo reconocen su círculo más íntimo. Pero si en algo destaca el jugador andaluz es en su compromiso con las causas solidarias. Buena fe de ello puede dar José Antonio Garrido, un joven de Gibraleón que está peleando por ganar la batalla a la leucemia. Desde el primer momento en el que se supo de su enfermedad, Aitor puso su granito de arena para intentar que la lucha de José Antonio Garrido fuera algo más amena. Visitas a su casa del pueblo, sorpresas en el hospital, llamadas, mensajes y regalos. Todo por conseguir sacarle una sonrisa.

Aitor García con el joven José Antonio Garrido.

En las últimas semanas, Aitor ha vuelto a demostrar su cara más solidaria compartiendo en sus redes sociales la historia del libro Aurora y el dragón, el cual relata la lucha de los niños y niñas frente a una enfermedad tan dura como el cáncer. Es tan solo un ejemplo más de cómo el extremo del Sporting se implica con los que más lo necesitan.

Los tatuajes y los animales, dos de sus pasiones

A nadie se le escapa que a Aitor le gustan los tatuajes, pues tiene el brazo derecho y parte del izquierdo llenos de una tinta que le permite llevar siempre consigo fechas, momentos, nombres y símbolos muy especiales. Del '36' en homenaje al dorsal con el que debutó en el primer equipo del Recre al Cristo de 'su' hermandad de Ayamonte. Todos con un significado concreto.

Aitor García junto a su pareja y sus mascotas.

Quizás los nombres de Darko o Duque sean algunos de los próximos tatuajes que se haga. Son sus dos perros pero ni mucho menos son la primera mascota que Aitor tiene. Ranas, peces... pero, sin ninguna duda, la más estrafalaria fue una serpiente que le acompañó durante su etapa en el Celta de Vigo.

El fútbol, un medio para crecer en lo personal

Lo mejor que te da el fútbol es la gente que conoces. Es una frase muy recurrente pero tan real como la vida misma. Y Aitor García puede dar buena cuenta de ello. Mantiene amistad con compañeros de todos los equipos por los que ha pasado: de Pape Cheikh, ahora en el Celta de Vigo, a Benito Ramírez, actual jugador de UD Las Palmas. Eso sí, especial relación es la que tiene con la autodenominada 'Banda' del Cádiz CF. Sus dos temporadas en el club amarillo le dieron una segunda familia con la que intenta reunirse cada vez que es posible. Carrillo, Álex Fernández, Mikel Villanueva... Compañeros, y ahora rivales, que se convirtieron en amigos.

Un magnífico compañero de vestuario, un excelente futbolista y, por encima de todo, una gran persona. Así es Aitor García, un chico de Gibraleón que deja su sello allá por donde va y que sueña con devolver al Sporting de Gijón a una LaLiga Santander de la que nunca debió marchar.

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