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La afición ché, a la altura de la ocasión

Muchos aficionados rusos en la grada. (Foto: D. Glez)
Manu Gimeno

Mucha polémica se ha generado con el precio de las entradas para la Liga de Campeones y, en efecto, la asistencia a Mestalla ante el Zenit no fue, ni de largo, de las mejores que se recuerdan en la Liga de Campeones. El recibimiento al equipo fue frío, cerca de 1500 espectadores se dieron cita en la Av. Suecia, pero nada que ver con la estampa que se vivió a lo largo de todo el año pasado o en la previa ante el AS Monaco. Eso mismo lo notaron los jugadores, incuso el propio técnico que se notaba en su cara que el apoyo no era el de las grandes citas. Eso sí los pocos que estaban fueron ruidosos y calentaron el gélido ambiente que se respiraba en esta primera jornada de Champions.

Además, tardó mucho la gente en entrar a Mestalla, es día laborable, se trabaja y eso se notó. A falta de cinco minutos para el inicio del partido, el estadio presentaba una entrada tan escasa que incluso no llegaba ni a un cuarto de entrada, pero en cinco minutos el estadio se fue llenando y llegó el color al graderío. Unos 30.000 espectadores. La Curva como siempre se desgañitó, eran conscientes que había que remar más que nunca porque Zenit se sintió cómodo desde el principio sin la intensidad y los decibelios a los que acostumbra la grada.
Los goles del Zenit tampoco ayudaron demasiado porque en el primer de Hulk enfrío el buen inicio del Valencia CF, mientras que en el segundo al filo del descanso desarboló más si cabe a una grada que sintió los dos mazazos rusos. El delantero brasileño había dejado helado al graderío de Mestalla con sus dos goles, dos zurdazos que se colaron en la portería de Jaume. La zozobra se instauró en la afición que esperaba que en la segunda mitad todo cambiara.

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