"No ha dado motivos, sólo ha dicho que es irrevocable". Así explicaba a ElDesmarque Valencia una fuente conocedora del adiós de Suso García Pitarch que, a falta de más información o de una explicación pública por parte del propio exdirector deportivo, queda claro que se marcha tras amagar con su dimisión hace una semana coincidiendo con el adiós de Cesare Prandelli. Muchos son los motivos que explican o que marcan el adiós del de la Pobla de Vallbona cuando apenas llevaba un año en el cargo. Lo cierto es que esta segunda etapa ha sido virulenta y marcada por las críticas desde el principio.
Sin duda la trayectoria deportiva de Suso García Pitarch desde que entró no le ha ayudado nunca a tener calma. Tuvo bajo su cargo tres entrenadores -cuatro si se considera a Voro como técnico de pleno derecho- e hizo nueve fichajes que no mejoraron el rendimiento del equipo. Este es el lastre principal de un director deportivo que se marcha dejando al Valencia rozando el descenso, con pie y medio fuera de la Copa y sin ninguna opción real de alcanzar la competición europea.
La gestión de caso como los de Diego Alves, al que forzó para que se marchara y luego tuvo que admitirlo o Dani Parejo, del que dio una rueda de prensa de las más duras que se recuerdan para que terminara quedándose, le fueron desgastando pública y privadamente. Dentro y fuera del club su imagen quedo resentida y el desgaste se hizo evidente.
El otro gran punto de fricción con el valencianismo fue su apuesta por Pako Ayestarán para sustituir a Gary Neville y, sobre todo, ofrecerle el puesto de primer entrenador en la presente temporada cuando todo el entorno le pedía que no lo hiciera. Suso apostó por la sucesión natural -auqnue luego él mismo desvelaría que fue porque era una opción económica y hablaba inglés- y eso le arrastró. Ayestarán perdió 4 partidos y Suso tuvo que cargárselo a las primeras de cambio. Dónde dije digo, digo Diego...
A medida que avanzaba la temporada los resultados iban cada vez a peor y la gestión deportiva de la entidad evidenciaba que la plantilla no tenía el nivel necesario para las exigencias de un club como el Valencia que, ni con la llegada de Cesare Prandelli, logró levantar la cabeza.
Tras unas semanas de idilio, y después de que el técnico italiano fuera consciente de lo que tenía entre manos, se desató la guerra abierta entre el propio Prandelli y Suso García Pitarch. Ésta ha sido la clave para el adiós de Suso. Cesare no aguantó el pulso y decidió dimitir, pero recordando que Suso le había dicho que se iría con él, cosa que no sucedió. Antes habían chocado. Mientras uno pronunciaba el famoso discurso de "Fuori" y que todos eran transferibles, el otro decía que "no había lista de transferibles". Si Suso apostaba por Maksimovic, Prandelli decía que era demasiado joven...
La lucha de poder los desgastó a ambos.
Tocado como estaba, la pitada del otro día fue la puntilla antes, duante y después de la debacle del Celta de Vigo. Suso García Pitarch tiene el dudoso honor de haber sido el único director deportivo al que Mestalla le gritó y le pidió que se fuera. Sin tiempo para más se marchó a Milán para fichar, un viaje que fue de ida pero no de vuelta, pues antes de que volviera a acudir a un acto público valencianista presentó su dimisión, esta vez sí, de forma irrevocable. Había perdido la fe en el proyecto de Peter Lim y esta nave necesitaba otro capitán que cambiara el rumbo y la llevara a buen puerto.