En vídeo el eterno camino a la gloria de Carlos Soler y Jaume Doménech

La afición del Valencia CF está necesitada de alegrías, de ídolos y referentes a los que agarrarse para ilusionarse con un futuro deportivo más esperanzador que el actual presente. Por eso, a la mínima que el equipo responde y hace un buen encuentro como el de este domingo en Mestalla ante Osasuna, los seguidores valencianistas respondieron y se volcaron con sus ídolos. Así, si hay dos futbolistas que despiertan pasiones en la hinchada por ser de casa y por la cercanía que muestran en cada uno de sus gestos, esos son Carlos Soler y Jaume Doménech.

Tanto la emergente estrella formada en Salesianos, como el bravo portero de Almenara, fueron agasajados de tal forma a la salida de Mestalla que el paseo que va desde el estadio hasta las oficinas, dónde normalmente aparcan los coches, se convirtió en un eterno camino hacia la gloria. Un enjambre de aficionados, una muchedumbre de seguidores, rodearon primero al centrocampista y después al meta, tal y como se puede apreciar en el vídeo de ElDesmarque Valencia, hasta tal punto que la distancia que normalmente se recorre en 30 segundos, se alargó hasta más de diez minutos en cada caso.

Fotos, besos, abrazos, empujones... pero siempre sonrientes

Fotos, autógrafos, besos, abrazos, apretones de manos y deseos de éxito zarandeaban a dos sonrientes y pacientes Soler y Doménech que estoicamente aguantaron felices los vaivenes de unos aficionados. Ellos, Carlos y Jaume, a pesar de su juventud, son plenamente conscientes de que son ídolos de una afición que está muy necesitada de alegrías. No era, por tanto, día para remilgos. Más bien al contrario. Era día para agradecer y dejarse agasajar por unos aficionados que ayer, un domingo, día de la madre, a las 16.15 horas, acudieron a Mestalla para animar a su equipo cuando éste no ha hecho más que darles disgustos toda la temporada. Quizá por eso, aunque el camino hasta la gloria pudiera ser eterno para Carlos Soler y Jaume, estos, valencianos y valencianistas, aguantaron con la felicidad dibujada en el rostro.