Carlos Soler volvió a la competición ante el Real Madrid tras más de mes y medio en el dique seco por un grave esguince de tobillo que se produjo el 3 de diciembre ante el Getafe y que se agravó seis días después ante el Celta al forzar la articulación lesionada. El ingreso del canterano en el terreno de juego ofreció un mayor empuje al equipo que mejoró su imagen y acorraló al Madrid durante mucho minutos hasta que el físico le aguantó al equipo.
Soler fue la gran apuesta del técnico en el descanso para buscar la reacción en la segunda mitad, aprovechando que Gonçalo Guedes sufría algunas molestias físicas. Carlos Soler disputó los segundos 45 minutos a gran nivel y sin acusar el periodo de inactividad ni fragilidad en el su tobillo izquierdo. Volvió a la posición de interior derecho formando pareja de banda con Martín Montoya y dio equilibrio y criterio al equipo.
Su intensidad y rapidez fue un filón del que se aprovechó el equipo para ir metiendo poco a poco al Madrid en su propia área. Primero con el cabezazo de Santi Mina y posteriormente a través de varias aproximaciones que inquietaron la portería local. Carlos Soler incluso se prodigó en los metros finales del ataque más de una vez y tan sólo la fortuna impidió que sacase petróleo de alguna que otra acción.
Carlos fue la gran novedad en la citación para el partido. Una lista formada por 19 jugadores a la espera de conocer el estado exacto del tobillo de Soler en el último momento. La decisión estaba tomada. Soler quería jugar y se sentía bien. Por ello entró en la lista definitiva de 18 para el partido y fue el joven Ferran Torres el sacrificado. 45 minutos fueron suficientes para comprobar que Soler está en condiciones, está de vuelta y lo hace para quedarse.