Cuando la gente de forma masiva protesta, cuando los medios criticamos, cuando la desafección y la tristeza reina en el valencianismo no es por gusto, ni por manía, ni por racismo, como algunos podrían pensar. Es porque lo que vemos no nos gusta, nos cabrea, nos profunde tristeza y, sobre todo, porque nos preocupa el futuro del Valencia CF como entidad. Estos meses Peter Lim ha traspasado tres líneas rojas: la inquina con la que se ha terminado de desmantelar el proyecto ganador, la demostración pública de falta de pulmón económico para pagar los sueldos de los jugadores y un nuevo retraso en la construcción del nuevo estadio.
Peter Lim tenía tres salvavidas y los ha pinchado todos en los últimos tiempos. El primero, ante la afición, que el equipo deportivamente fuera bien y estuviera bien gestionado, cosa que empezó a torcerse el verano pasado y ha acabado con destrozarse con la limpia del vestuario.
El segundo era que para los acreedores (jugadores, rivales y bancos) siguiera cumpliendo con sus obligaciones. Los pagarés aún en vías de resolución hacen temer una situación económica peor de la explicada.
El tercer salvavidas o aval ante las instituciones el compromiso para finalizar el nuevo estadio que se resquebraja con el paso de los meses y la finalización de la ATE. Un nuevo retraso ha provocado que el club tenga que pedir una prórroga, pero mucho me temo que ya no hay más tiempo ahí. Tocan hechos y no palabras, decía Ribó hoy. Ayuntamiento y Generalitat esperan gestos, acciones, avances aunque sea en la peor situación económica que se recuerda.
No sé el recorrido que tendrá la querella que Antonio Sesé ha presentado contra Peter Lim y si será admitida o no a trámite, pero les reconozco que la dureza con la que se expresó Miguel Durán, expresidente de la ONCE y abogado del exconsejero, impresiona. Para los legos en la materia como es mi caso escuchar "blanqueo de capitales, corrupción o administración desleal" no suena a broma ni mucho menos. Habrá que demostrarlo, está claro, pero sólo el hecho de que alguien se plantee jurídicamente la intención de ir hasta el final con ello es para tenerlo en cuenta.
De momento es un nuevo frente abierto para Lim. Sorprende, o quizá no tanto, que el origen de esta nueva batalla proceda de un empresario de los que inicialmente, como otros muchos, aplaudió su llegada. El fin último de la querella estoy convencido es tratar de desalojar al singapurés del club por otra vía diferente a la que procedería en una sociedad mercantil que es comprando las acciones. Pero claro, para ello, hay que tener ganas y dinero para poder adquirirlas y el vendedor voluntad de traspasarlas. Y eso, de momento no se atisba en el horizonte.
Lim no quiere vender y si no está dispuesto a irse debería cambiar el rumbo de su gestión: fichajes en todos los ámbitos, mucha empatía con la afición, con el sentimiento valencianista y solución para el nuevo estadio Entretanto, movimientos sociales, jurídicos y populares son bienvenidos porque, aunque su eficacia en algunos casos está por demostrarse, al menos sirven para constatar que la sociedad valencianista está harta y que pide a gritos un cambio en su Valencia CF, bien con Lim, o bien sin él. Feliz semana.
David Torres
Delegado ElDesmarque en Valencia