Racic estalla y raja contra sus haters más críticos: "No sabéis nada de mi vida"

Uros Racic no atraviesa una buena temporada. El centrocampista del Valencia CF no termina de estallar y ha perdido la carrera por la titularidad. A pesar de las bajas y con la llegada de Ilaix Moriba el serbio pierde minutos y relevancia en el once titular de Bordalás hasta el punto que hoy salió en el minuto 69 cuando no quedaban más opciones.

Además, su partido no fue destacado por lo que las críticas lo pusieron de nuevo en el punto de mira y el serbio, con malas pulgas, ha utilizado una historia en su cuenta oficial de instagram para defenderse de sus haters más críticos. El internacional a escrito: "GRACIAS a todos los que me estais hablando que MALO soy. No sabéis nada de mi VIDA! AHORA soy malo (ok) soy MEJOR que nunca!"

Y pone un reloj de tiempo. Después se ha arrepentido y lo ha borrado, pero la respuesta a sus seguidores más críticos ya circulaba por las redes sociales.

Después lo borra y lo cambia

"Soy el primer en autoexigirme mucho y bo estoy bien cuando no os puedo ofrecer lo mejor de mí. Desde que vine a la Ciudad Deportiva de Paterna con 13 años, mi sueño es triunfar en el Valencia y daros alegrías que a nadie le quepa la mínima duda. Voy a darlo todo para que así sea. Amunt València!", escribió después

El detallazo de Racic con un niño espontáneo

Un espontáneo que saltó al campo cuando el colegiado había pitado el final del Valencia CF-Real Sociedad correspondiente a la jornada 23 de LaLiga Santander fue de lo más divertido, curioso y anecdótico que se vivió en Mestalla. El niño salió de la zona norte de la grada y corrió hasta el centro del campo donde estaba Uros Racic. Ante el acoso de los miembros de seguridad, empezó a zigzaguear y a regatearlos uno a uno. Cada vez le quedaba menos espacio y, al final, volvió a retroceder hasta su ídolo Uros Racic que, lo mandó parar, se quitó su camiseta, se la dio y lo protegió de cualquier peligro.

La imagen pasó de divertida a tierna como se ve en el vídeo inferior pues el jugador serbio, comprendiendo como todos los empleados de seguridad que no era más que un niño haciendo una chiquillada, sólo le reprendió con ternura, le dio el trofeo y, a buen seguro, le recordaron que las normas están para cumplirse y que no está bien saltárselas.