Se marcha una semana marcada, cómo no, por las polémicas en el Valencia CF. En este caso dos: el reparto de las entradas de Copa y los ataques al proyecto del Nou Mestalla y a su arquitecto. Atrás, casi en el olvido, quedan también la nostalgia vivida por la celebración del Gol de Forment, la aparición de Piojo y hasta la sonrisa que me arrancó la nueva versión de La Bordaleta. Del partido pésimo ante el Cádiz y la frustración que genera no terminar nunca de engancharse al vagón de arriba, mejor ni hablar.
El caso es que la semana que dejamos atrás, otra más, estuvo marcada por otra polémica, en la que las formas precedieron y sepultaron al fondo. Hablo, cómo no, de las entradas de Copa del Rey, de la ambigüedad a la hora de comunicarlo por parte del Valencia CF y de la sombra de sospecha que deja haberlo hecho así, con cuentagotas y a golpe de realidad. Pero me refiero también de uno de los arquitectos más prestigiosos de estadios a nivel mundial (Tres de los campos de Catar 2022 llevan su nombre) que tuvo que salir al paso para expresar a voz en grito su "tristeza y decepción" por los ataques y críticas vertidas en los últimos días hacia el proyecto del Nou Mestalla y, sobre todo, hacia la trayectoria profesional de su estudio. Si a todo esto eso le añadimos una merecida capa del barniz de desafección que genera Meriton por su actuaciones pasadas y presentes, ya tenemos una semana más, o una semana menos, según se vea, de felicidad e ilusión perdidas. Y el tiempo no vuelve. Sirva como ejemplo que el domingo acabó con los aficionados en la Avenida de Suecia protestando una vez más porque lo que ven no les gusta.
El hecho es que estamos tanto tiempo en guerras intestinas, en peleas sobre las formas, que olvidamos el fondo. Y ese fondo, para mí ya no es que Peter Lim sea desgraciadamente el propietario de la mayoría del accionariado del club. De fondo, para mí siempre hubo lo mismo: el fútbol, el Valencia CF, la ilusión porque tu equipo gane, en resumen, las dos horas semanales de alienación para criticar, apoyar, sufrir y disfrutar de este deporte maravilloso. Y eso, cada vez me cuesta más encontrarlo y darle más valor, todo y que a medida que me hago mayor, me doy cuenta que es lo que más importa en toda esta historia. Estoy cansado de presenciar tantas guerras por el poder que entristece ver como nunca acaban. La democratización es un sueño, un anhelo pero lo veo tan utópico que no me busquen en esa trinchera. Tampoco estaré en la de enfrente nunca, pero la realidad es la SAD.
Sigo. Trasladado a las dos polémicas semanales, el resumen del fondo y lo demás es sencillo. En las entradas, el problema de fondo es que hay más demanda que oferta (gracias a dios porque eso significa que el valencianismo está vivo y que el equipo vuelve a una final) y, además, una pésima exposición pública del reparto por parte de la entidad que nos confundió a todos hablando del todo (a la venta) por la parte (abonados que cumplen dos requisitos).
Y en el caso de la polémica del estadio, el fondo es que hay muchos egos, muchos años de promesas incumplidas y la distancia entre Meriton y las instituciones costará mucho solventarla. Ni 84 millones de euros, ni una entrevista con el tío que ha firmado tres estadios en Catar vale. ¿Quizá por eso le han ofrecido a Economía y Urbanismo que vaya el propio Mark Fenwick a defender el Nuevo Estadio?
El caso es que, desde que tengo consciencia social en el Valencia CF siempre ha pasado lo mismo. Hemos vivido, sufrido y algunos han chupado del bote, gracias a las guerras intestinas por el poder, por dirigir el club, algunos sin poner dinero, para su propio beneficio económico, social o simplemente por satisfacción ,personal. Desde dentro y desde fuera, ojo. También los hay, que priorizaran el bien del club por encima del suyo propio. Muchos ya no están. Y es que, la pena no es que con Lim el Valencia CF no haya mejorado ni se haya cumplido lo que se nos prometió en su nombre, sino que tampoco han terminado las guerras. Ni la dictadura del 90% las apaga porque los egos y las hogueras de vanidades son más potentes que las balas de cañón o la realidad del día a día.
Pero uno que es optimista por naturaleza, cuando el polvo de la última batalla se disipa, siempre piensa en Galileo Galilei, al que hicieron abjurar de su verdad y, cuando había negado la máxima (que la tierra giraba en torno al sol y que no estaba estática) dijo al tribunal: "Y sin embargo se mueve". Pues eso, que, pase lo que pase, el sentimiento valencianista se mueve y va para adelante. Pese a todo, y pese a todos. O gracias a muchos. Me subo entre tanto a La Bordaleta, hoy que tras el empate ante el Cádiz seguro que se baja alguno. Feliz semana.
David Torres
Delegado de ElDesmarque en Valencia