Pongo fin a un largo e intenso fin de semana con un final amargo no, lo siguiente. El valencianismo está muy vivo. "Lecciones entre lágrimas"
Sólo el que está hoy triste, sin ganas de comer y de viajar sabe a qué me refiero. Cómo duele el Valencia CF, cómo duele perder una final de Copa del Rey de forma tan cruel. Gayà, Hugo, Guillamón, Bryan Gil, Alderete.., lloraban como magdalenas antes incluso de acercarse al corazón de este club, que a pecho abierto latía amargo desde el fondo norte de la Cartuja. Y es que, una vez más por si a alguien le quedaban dudas, la principal lección entre lágrimas que deja la derrota por penaltis es que lo mejor del Valencia CF es su afición y eso nada, ni nadie cambiará.
Sinceramente uno era pesimista antes de llegar a Sevilla (ahora se puede confesar) pero al ver a la hinchada tomar literalmente la capital recobré la ilusión y las fuerzas. Estoy convencido de que ese empuje es el que llevó al equipo a pelear hasta el final cuando no era favorito y jugaba fuera de casa. Sólo la lotería de los penaltis nos privó a todos de un sueño.
En Sevilla recobré la ilusión por este deporte, el sentido de pertenencia y comprobé como el desapego que dicen que existe con el Valencia CF no es tal. Al seguidor de a pie le genera distanciamiento una gestión -la de Singapur- desapegada de la realidad de terruño, de nuestras alegrías, de nuestros dolores, pero no su club, su escudo, su equipo, su sentimiento. Viajar a la final era caro e incómodo y muchos lo hicieron hasta sin entrada. Todo esto es por ellos, por vosotros. Segunda lección entre lágrimas y esta va directamente para Peter Lim, Anil Murthy y, desde este sábado, para Kiat Lim, sospecho que un futuro e importante actor en la vida del club. El tiempo dirá
La tercera, que un penalti no cambia nada, ni para lo malo, ni para lo bueno. El Valencia CF es mucho más que Lim, que las guerras de poder, que las protestas o los elogios, de unos y otros. Pero ojo, el orgullo, el sentido de pertenencia y las ganas de legar solas por si no sirven.
Antes de la final recordaba la frase fundacional de este club, la que escribió en diciembre de 1923, Joseph Sikl, miembro de la federación checoslovaca, en una carta dirigida a la directiva del Valencia de aquella época. "Nos hemos convencido que Valencia ha hecho un paso gigantesco en el terreno de sport, y creemos que no tardará mucho que llegarán a primera fila (...). Eso es consecuencia de un trabajo constante: la voluntad de querer llegar" El proceso se culminó hace tiempo, pero la fuerza del club, de su afición, sigue ahí 103 años después. Pero solo no basta. Necesita gestión deportiva, ayuda, empatía y comprensión por ese máximo accionista de Singapur del que hoy nos cuentan que se levanta a las cuatro de la mañana para ver al Valencia CF y que sufre por las derrotas como cualquier valencianista de a pie. Yo no sé si es verdad, sólo sé que no se nota. Sé que la vida sigue y que, cuando estoy triste, tarareo siempre que "Hay un millón de estrellas en esta noche que ahora negra ves". Pues eso, ahora no lo veo, pero haberlas las hay. Quiero verlo, quiero que Lim llore y se empatice con un club, con una hinchada, una marea que, de lo contrario, se lo llevará por delante.
Como habrán comprobado, del equipo y del técnico ni una palabra. Honor y gloria a ellos por su esfuerzo en mantener la nave a flote hasta el final aunque, como en la final, muriéramos en la orilla. Tocó caerse, y ahora tocó levantarse. Como siempre ha hecho este club.
Dicho esto, y aunque es duro escribirlo, les deseo feliz semana porque, entre las lágrimas también se pueden y se deben sacar lecciones.
David Torres
Delegado ElDesmarque en Valencia
Estaría genial que Soler y Gayá vinieran al Betis.