El valencianismo volvió a demostrar anoche que está hecho de pasta pasta. Jugó dos partidos vitales en lo que se refiere al futuro inmediato del club y en ambos sumó de tres. Quizás, el más importante lo disputó sobre el terreno de juego a eso de las 21:00 horas y respondió a las 1.000 maravillas hasta el punto de conmover a Rubén Baraja una vez decretado el pitido final: "Es un día bonito, pero estoy centrado en lo que va a pasar mañana. Estoy pensando en el siguiente partido. He disfrutado de ver a la gente cómo lo ha celebrado. Verlos de nuevo sonreír me ha conmovido. Ver cómo han celebrado y he disfrutado mucho de los momentos finales".
Y es que la victoria conmovió a más de uno. A bote pronto, aunque parece no tener la importancia que se le debe, el Valencia CF llevaba más de 100 días sin ganar en LaLiga, era el peor Europa desde que se reanudó la competición tras el Mundial y estaba sumido en la miseria del descenso desde hace más de dos semanas.
Es por ello que Baraja no dudó en agradecer a Mestalla lo que le dio anoche: "Me gustaría agradecer a Mestalla lo que nos ha transmitido hoy. Ha sido importantísimo sentir su calor y me gustaría destacar eso. Ha sido una sensación tremenda volver a casa, ver a tu gente y ver cómo nos han empujado. Nos han sostenido. Darles las gracias porque trabajamos para que se vayan felices a casa. Que vuelvan a sonreír. La mejora y salir de esta situación pasa por Mestalla".
En lo deportivo, la victoria sobre el césped se erigía como necesaria. A nivel de club, Mestalla jugó otro partido antes, durante y después del choque ante la Real con Peter Lim como rival. Una ves más, se demostró que la afición ya no aguanta más y quiere cambios en la gestión. En el minuto 19, le dedicó una sonora pitada a Peter Lim que quedó para el recuerdo.