El castellonense Pablo Torrijos, saltador de triple salto, se estrenará este verano en Brasil en unos Juegos Olímpicos, una cita que -aseguró- ayuda a mejorar la imagen del atletismo pero, al mismo tiempo, le dañan al provocar una desmedida atención que luego desaparece casi por completo durante cuatro años.
"Los Juegos le dan muy buena imagen al atletismo pero creo que también le hacen daño. Le ponen en el escaparate mundial una semana y media en la que la gente sólo quiere que los atletas hagan las mejores marcas pero luego se olvidan durante cuatro años y otra vez lo mismo", afirmó en una entrevista con la agencia Efe.
"Son algo un poco irreal por eso, porque tienes los focos del mundo puestos en ti una semana y luego no se mima y no se trabaja durante años. Nadie se acuerda hasta que vuelven los siguientes Juegos", añadió.
Torrijos explicó que su relación con la competición olímpica arrancó en 2008. "Antes de los Juegos de Pekín no tengo recuerdos pero ahí, que tenía doce años y era cuando ya había empezado con el atletismo y me enganché. Los de Londres ya lo vi de manera diferente, pensando que si entrenaba mucho y tenía suerte tal vez podía ir alguna vez", señaló.
Ese día ha llegado y reconoce que está "deseando coger el avión y compartir experiencias con los compañeros de atletismo y de otros deportes, tengo ganas de toda la aventura, desde el principio hasta el final, quiero vivirla intensamente".
Su progresión tuvo un momento clave en febrero de 2015, cuando se convirtió en el primer español en superar la barrera de los diecisiete metros, con una marca de 17,03 que ha supuesto al mismo tiempo un estímulo y un pequeño lastre.
"Ha sido un poco de todo. Llegaron casi sin buscarlo, estaba bien y salieron. No es que haya supuesto mucha presión pero sí que es cierto que tras haberlo hecho ahora en muchas competiciones da la sensación de que el objetivo debe ser 17,10 ó 17,20 y hay veces que ves que no llegas y te dejas ir un poco y pierdes el 17,20 y el 17,00. Pero ya he aprendido de esa cagada", afirmó.
"Por otra parte también ha sido un impulso, sobre todo porque después de conseguir esa marca fui al Europeo, fui segundo y ves que eres competitivo al más alto nivel", recalcó.
Pese a las expectativas que se generaron, el castellonense no logró la mínima olímpica hasta principios de julio, varios meses más tarde de lo que esperaba hacerlo, aunque asegura que mantuvo la confianza en que la lograría.
"Creía que la iba a hacer, pero sí que pensaba que iba a ser antes, en invierno y en pista cubierta por cómo estaba entrenándome. Estuve muy regular pero no tuve ningún día de inspiración. Aún así no hubo ansiedad me dije que le conseguiría en verano", apuntó.
"Eso sí, me quité un peso muy grande de encima porque aunque después aún me quedaba el Europeo quería hacerla antes, no quería ir sin la mínima. Ha costado pero al final ha llegado", explicó.
Este retraso le ha obligado a cambiar la preparación que tenía prevista, algo que cree que al final puede incluso beneficiarle. "Me ha tocado competir mucho y no entrenar tanto y estar bien un poco antes de lo que pensaba pero creo que al final me ha venido bien porque en invierno me entrené mucho, estaba cansado y al final la marca no llegó", recordó.
En Río su objetivo será estar entre los ocho mejores. "Quiero verme finalista, es el objetivo desde el año pasado. Va a ser muy difícil. Quizá hace un año y medio estaba más cerca si miras las marcas, porque entonces fui subcampeón de Europa, aunque no por momento de forma, porque creo estoy ahora mejor. Lo único que me falta es el salto que tuve hace un año y medio", afirmó.
Además subraya que las condiciones que se esperan en Río de Janeiro son buenas para él. "Estoy acostumbrado a la humedad y a más calor del que va a hacer allí. Las condiciones de Río en agosto son como las de Castellón en un día caluroso de mayo o junio", destacó.
En su particular quiniela para el atletismo español, ve en el podio de los 20 kilómetros a Miguel Ángel López, a Ruth Beitia en el de salto de altura y a Orlando Ortega en la de 110 metros vallas.