Miriam Blasco prefiere no personalizar en su figura, pero fue la judoca encargada de romper definitivamente el muro que había aprisionado a las deportistas españolas con la consecución, el 31 de julio de 1992, de una medalla de oro que transformó para siempre la historia del deporte español.
Javier Villanueva
"Yo tuve la suerte de ser la primera, pero sería injusto no decir que fuimos todas, porque al día siguiente Almudena Muñoz también ganó el oro y luego las chicas de hockey y Theresa Zabell. Creo que fuimos las mujeres de Barcelona las que abrimos las puertas al deporte femenino español", señaló Blasco.
Unas puertas que hoy se encuentran abiertas de par en par, como demuestra el hecho de que las principales opciones de medalla en Río, tal y como ya ocurrió hace cuatro años en Londres, donde las mujeres ganaron más de la mitad de los metales del equipo español, recaigan en las representantes femeninas.
"De una forma u otra me siento parte de ese éxito. Algún granito creo que he puesto, sé que no muchos, porque los triunfos les pertenecen a ellas, pero sí que es verdad que he querido que esa medalla que gané en su día sirviera para algo más y creo que sí ha servido", indicó la exjudoca.
Y es que la promoción del deporte femenino ha sido una de las prioridades en la trayectoria de Miriam Blasco, que tanto desde el tatami como posteriormente desde el escaño, durante los años que ha durado su carrera política, siempre ha peleado por la igualdad en el deporte.
"Hemos sido muchas la mujeres las que hemos trabajado para que las deportistas femeninas tuvieran más ayudas, más visibilidad. En mi carrera política una de mis prioridades ha sido luchar por la mujer deportista", comentó Blasco en declaraciones a la Agencia EFE.
Una lucha que sigue viva y que Miriam Blasco incita a continuar, pese a las mejoras logradas desde que la vallisoletana se convirtiera en 1992 en Barcelona en la primera mujer en ganar una medalla de oro para España en unos Juegos Olímpicos.
"Cada época es diferente y pese a que ahora las mujeres tienen unas condiciones que nosotras jamás hubiéramos soñado en la vida tener, y yo me siento orgullosa por ello, seguro que echarán en falta cosas y tienen que luchar por ellas", indicó la campeona olímpica.
Espíritu combativo que ha marcado toda la trayectoria de Miriam Blasco, que casi un cuarto de siglo después de lograr la medalla de oro en la categoría de menos de 56 kilos sigue emocionándose al rememorar su triunfo en Barcelona.
Unos Juegos en los que Blasco, además de con sus rivales,tuvo que pelear con la tristeza provocada por la ausencia de su entrenador Sergio Cardell, fallecido apenas unos meses antes en un accidente de tráfico.
"Para mí fue un momento duro, porque Sergio se mató con una moto que yo le compre a mi marido por haber quedado un año antes campeona del mundo. Lo peor era la culpa que sentía, porque me decía: si no hubiera ganado esa medalla, si no hubiera ganado ese dinero..., fue muy difícil", explicó Blasco.
Miriam Blasco logró transformar esa pérdida, pese a la tristeza, en la mayor motivación para luchar por una medalla de oro con la que reivindicar la figura de su entrenador y mentor, el hombre que. como ella misma reconoció, la enseñó "a creer" en sí misma.
"Sólo me valía el oro, porque me yo me decía, si gano la gente va a saber quién era Sergio Cardell. Recuerdo estar llorando encima del podio y decir, lo he conseguido. Satisfecha, contenta, pero no feliz, no esa felicidad que he sentido en otros momentos de mi carrera deportiva o de mi vida personal. Tal era el peso que tenía encima", añadió Blasco.
Con esa sensaciones contradictorias no tuvo que luchar en su siguiente experiencia olímpica, ya como entrenadora, en los Juegos de Atlanta 1996, donde condujo al bronce a sus pupilas Isabel Fernández y Yolanda Soler.
"Para mí fue una experiencia mucho más feliz. Me gustó mucho mi etapa de entrenadora e ir a unos Juegos con dos alumnas y que las dos logren una medalla de bronce, fue un éxito", comentó la exdeportista.
No sería la última presencia de la judoca en unos Juegos Olímpicos, pues en Sídney 2000 trabajó como comentarista de televisión.
"Cada etapa tiene su parte bonita y no me gusta comparar una con otra. Como deportista conseguí lo máximo que se puede conseguir, la medalla de oro, como entrenadora logré dos medallas con dos deportistas y como comentarista, sólo me queda la espinita de no haber podido cantar más medallas en judo, pero también fue precioso", asegura.
Una vida completa ligada a los Juegos Olímpicos, que han marcado el carácter de Miriam Blasco, una luchadora, que tras abandonar en 2015 la política, busca ya nuevos objetivos en los que el deporte y la promoción de la mujer seguirán teniendo un papel fundamental.