La selección olímpica brasileña en la cancha encabezada por su capitán Neymar, 69.000 hinchas vestidos de verde-amarelo que corean sus once nombres pero 45 minutos después los abuchean y tras los 90 aplauden al rival y enaltecen a Marta, la lideresa del equipo femenino...
Algún desprevenido podría pensar que una crisis de identidad ha infectado a los hinchas brasileños y su equipo de fútbol masculino.
No es un virus como el temido zika, pero necesita ser tratado en un diván.
El otrora afable Neymar, tan dado a reír mientras hace de las suyas en las defensas rivales, es hoy un jugador nervioso y taciturno en tanto que la magia del prometedor Gabriel Jesus parece haberse diluido en coincidencia con su anuncio como nuevo fichaje del Manchester City.
El entrenador Rogerio Micaele, ocupado ahora en ofrecer disculpas por el silencio de Neymar y su discreto desempeño, además de prometer que su equipo saldrá del bache, parece no tener a la mano la cura para los males de la Canarinha en los Juegos Olímpicos.
El repudio al equipo masculino de fútbol se ha hecho nacional mientras se ha tornado sintomático en los estadios elogiar el gran nivel de Marta, cinco veces ganadora consecutiva del FIFA World desde 2006, y burlarse de Neymar.
"¡Aaaah, Marta es mejor que Neymar!", es el estribillo, ya convertido en moda, entonado por los hinchas que han colmado los graderíos del estadio Engenhao, de Río de Janeiro, para acompañar las dos primeras exhibiciones de las brasileñas, con goleada por 3-0 a China el 3 de agosto, y por 5-1 a Suecia el sábado pasado.
Y la moda se ha extendido a Brasilia, donde los jugadores de Micale volvieron a decepcionar con el mismo 0-0 del debut, esta vez ante una impetuosa selección de Irak que pudo haber escrito su más emocionante página en el fútbol. Y de contera, fue tratada por los brasileños como si hubiera estado jugando en Bagdad ante los suyos.
Los jugadores sudafricanos también podrán contar un día a sus hijos y nietos que la afición brasileña los aplaudió y despidió con ovaciones por haber maniatado literalmente a los jugadores locales.
"¡Aaaah, Marta es mejor que Neymar!", retumba el canto alegre que los psicólogos verían como un mecanismo espontáneo de defensa para ocultar una gran pena o frustración.
A Marta Vieira da Silva no le gusta ese grito, y con visible incomodidad ha salido al corte para afirmar públicamente que "Marta es Marta y Neymar es Neymar".
Vadao, su entrenador, se declaró sorprendido el sábado con la reacción del público y pidió comprensión tras subrayar que Marta no pretende desmarcarse de la suerte de Neymar, y que todos los componentes de la selección femenina "hacen fuerza por la masculina", como debe hacerlo todo el país.
El hincha típico que hace tratados de fútbol alrededor de una mesa de bar es unánime al afirmar que el origen de todos los males se encuentra hace exactamente 762 días, cuando Brasil fue vapuleado 1-7 por Alemania en las semifinales del Mundial.
Desde aquel 8 de julio de 2014 el fútbol brasileño no volvió a ser el mismo, reza el diagnóstico popular.
Para los hinchas menos apasionados y más pragmáticos el tratamiento para este mal es más simple: ganar el próximo partido en una inspirada noche de Neymar y encarrilar el paso a cuartos de final.
¿Y si el nivel de la selección masculina sigue invariable este miércoles en el partido crucial con Dinamarca en Salvador?
El asunto, que merece por ahora una consulta en el diván, se tornaría entonces en un delicado caso de locos.