La aparición de la modelo transexual Lea T como abanderada de la "igualdad" en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro es un paso adelante en la normalización de la comunidad gay en el ámbito deportivo.
Por Juan Carlos Gomi
Además, el hecho de que Lea T encabezara el paseo de la delegación brasileña en el estadio olímpico refuerza la idea generalizada de un Brasil tolerante y respetuoso con la libertad sexual.
Sin embargo, para colectivos LGBT (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transgéneros) y organizaciones internacionales, la realidad muestra otros datos y el desfile de Leo T -sin dejar de ser alentador-, es "maquillaje".
"Creo que hay una idea de que somos un país latino, que tenemos samba, carnaval, playa, clima caliente, te puedes hacer una idea de paraíso sexual, pero no es así", comenta a EFE Beto de Jesús, secretario para América Latina de ILGA (Asociación internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex).
De hecho, según la histórica asociación brasileña "Grupo Gay da Bahia", más de 160 personas del entorno LGBT fueron asesinadas este año en el país, 319 en 2015 y 1.600 en los últimos cuatros años.
Tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en su informe de 2015 como la organización Transgeder Europe, que ha confirmado más de 600 transexuales asesinados en el país en los últimos años, inciden en la fuerte homofobia y transfobia en Brasil.
"La edad media de un travesti en Brasil es de 36 años, o muere por VIH o por la violencia", añade De Jesús.
A primera vista, la contradicción es evidente. Las luces de la popular calle Farme de Amoedo -clásico enclave gay de Río de Janeiro-, muestran una cara simpática y desenfadada de la alegría de vivir.
"En Río, tú tienes una playa gay en Ipanema, tienes bares, clubes, es una gran ciudad para viajeros gais; el matrimonio fue legal antes que en Estados Unidos, yo soy un hombre felizmente casado con mi marido y no nos escondemos. Pero todavía hay casos de discriminación y violencia diariamente, y es mucho peor si eres pobre y vulnerable".
Así, con contundencia, habla el periodista y guionista brasileño Joao Ximenes Braga, que considera muy positiva la aparición de Lea T -y cuatro personas trans más- en la ceremonia de apertura de los Juegos.
Otros detalles, como la petición de matrimonio, el pasado lunes, entre la jugadora de rugby femenino brasileña Isadora Cerullo y su novia, la voluntaria olímpica Marjorie Enya, frente a todas las cámaras, ponen de manifiesto cierta "normalización" en los Juegos Olímpicos.
No hay que olvidar que estos juegos son los primeros donde el reglamento del Comité Olímpico Internacional (COI) ha cambiado para permitir competir a los atletas transexuales sin necesidad de cirugía para acreditar su cambio de género.
Los números, sin embargo, son tozudos. La cita olímpica cuenta con la participación de más de 11.385 deportistas, y apenas 44 han declarado abiertamente su homosexualidad (un 0,38 por ciento). Eso sí, estamos ante un nuevo récord -olímpico- frente a los 23 declarados en los Juegos de Londres de 2012.
"Para nosotros es importante que los atletas hablen de su sexualidad; están hablando de sus derechos no de si eres mejor o peor deportista", destaca De Jesús, sin dejar de denunciar los gritos de "Marimacho" o "Bicha" que recibieron hace unos días el equipo femenino estadounidense de fútbol en un estadio brasileño.
Las ataques de odio contra los homosexuales no se dan solo en el ámbito deportivo. Según Joao Ximenes, "hay políticos en Brasil que usan expresiones de odio para atraer votantes ".
"Vivimos en un momento peligroso. El número de políticos evangélicos se han incrementado en los últimos 20 años como una bola de nieve. Y el mensaje es que los gais son enemigo porque son una amenaza para la familia tradicional", añade.
En esta línea, tanto Ximenes como el secretario de ILG se muestran preocupados por la entrada de Michel Temer en la presidencia del país y que su cercanía el bloque evangélico en el Congreso haga retroceder los derechos de la comunidad LGBT.
Este temor está eclipsado ahora por el espectáculo deportivo. Los atletas siguen participando en los Juegos y el foco está en las marcas, las medallas y en los récords.
Los que pueden ser los Juegos Olímpicos más gais de la historia tienen ya razones para celebrarlo: la primera medalla de oro de Brasil en esta competición ha sido para la judoca Rafaela Silva, un mujer que nació en la favela Ciudad de Dios y que su sonrisa tiene el color del arco iris.