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Huelva hace del "Carolina, oe; a por el oro, oe" su canción del verano

EFE / Mario Asensio

Cada verano tiene su canción por antonomasia, el himno al que se asocian los alegres momentos de vacaciones y amores, y en Huelva los incondicionales de Carolina Marín, campeona olímpica de bádminton, han hecho este viernes del "Carolina, oe; a por el oro, oe" el cántico más repetido.

En los últimos años, Carolina Marín ha ido agradando su palmarés para ser leyenda con un gran éxito en cada época estival y hacer inmensamente felices a sus paisanos, que no han parado de cantar "Carolina, oe; a por el oro, oe" en estos Juegos Olímpicos ante la televisión, especialmente en una final que le ha valido el oro.
La joven onubense, de 23 años, ha hecho historia para España y para Huelva, su ciudad natal, que ha vibrado intensamente con la dura y triunfal final de la nueva campeona olímpica de bádminton.
Familiares, amigos, vecinos del barrio obrero de La Orden y todos los miembros de su club de origen, el Recreativo IES La Orden, han sonreído de alegría y llorado de emoción viendo cómo ha llegado a lo más alto.
Una multitud en el lugar de siempre, el bar del Parque Moret, ha impulsado con sus vítores y ánimos a su querida Carolina, a pesar de los miles de kilómetros que hay hasta Brasil.
Nadie ha escatimado en cada instante de la final en aplausos, palmas por Huelva y todo tipo de cánticos. Además del reinante "Carolina oe", se ha cantado "Esa Caro, esa Caro, eh, eh", "Caro, Caro" y en los momentos más difíciles el clásico "Sí se puede".
El ambiente ha sido especial, único, con un espíritu de familiaridad ejemplar, de cariño y admiración común hacia la niña del barrio que se ha hecho más grande que nadie.
Frente al televisor han estado en primera fila los niños y niñas que quieren ser como Carolina, vestidos como para jugar y flanqueados por otros jugadores que fueron compañeros de la campeona dorada y técnicos y directivos del club.
En la siguiente fila han vivido la final con tensión, nervios y muchas lágrimas de alegría la abuela María, la tía Mari Carmen, los primos y primas de Carolina, que animaban sonrientes y con energía y que nada más conseguirse el último punto ganador no han dejado de abrazarse entre lágrimas.
La fiesta se fue caldeando desde el primer set, con la nueva campeona olímpica cobrando ventaja y su gente animando con orgullo, pese a que el primer set cayó en contra.
Pero nadie dudaba de su campeona y las palmas creaban una onda expansiva que parecía traspasar el televisor para llegar a la pista de Río. "Vamos Carolina", arengaba un espontáneo que se salía de los gritos a coro. Y los puntos caían a favor de la onubense y la autoestima se mantenía en lo alto.
Llegaba el tercer set, el decisivo, y se palpaba la tensión, subían los decibelios. Los rostros de los seres queridos de Carolina lo decían todo, toda la fuerza iba a hacia ella en dirección al oro. "A por ella, oe", gritaba la multitud y se acortaba la distancia hacia la gloria.
Su llegada fue algo más que cuando toca la lotería. El bullicio ensordecedor, el champán y el confeti entre los rostros felices que sonreían llorando e intercambiaban besos y abrazos parecían decir: Gracias Carolina por hacernos tan felices.

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