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Carolina, Lydia y la salud de los deportes emergentes

EFE / Luis Villarejo

España es un país que se centrifuga a nivel deportivo con determinación. Una nación, capaz de ser pionera, de inventarse campeones en segmentos hasta hace poco tiempo inexplorados y que en un breve lapso han pasado de ser clandestinos a ocupar las portadas de los diarios.

¿Qué ha ocurrido para ver a Carolina Marín poner de moda el bádminton?. Un deporte con 7.289 licencias según el último anuario del CSD y que crece de forma exponencial por el subidón de los deportes emergentes, antes tristemente conocidos con el apelativo de minoritarios.
Minoritario ya no hay nada en la vida. Salvo que se ponga en la comparación siempre el fútbol, que además hoy es el gran aliado del resto. LaLiga fomenta el resto de los deportes este año con 15 millones de euros. Se acabó ya el rancio pugilato, que aún alguno alimenta sin datos ni conocimiento, del odio del resto de deportes contra el fútbol. Ahora sí, por fin es de verdad, es el hermano mayor de los demás.
Hoy la industria del deporte es brutal en todo el mundo. No se puede valorar un deporte por lo que vende o no sólo en un país, por ejemplo en España. Todo es global. No se puede medir su impacto real porque el fútbol, con 909.000 licencias, sea el deporte con más gancho en la sociedad española.
El bádminton cuenta con su paraíso particular en Asia. 497 millones de fans y cinco mercados de fuste para vender como Malasia, Thailandia, Singapur, Indonesia y China, el caladero donde cualquier empresa europea sueña conquistar clientes.
Descubrir talento no es sencillo. Y Carolina ha provocado una fiebre entre los más jóvenes por comprar kits de redes, raquetas y volantes. Verla posar para decenas de fotógrafos y cámaras de televisión asiáticas ilustra el 'Carolina power', que provoca situaciones como que en las visitas de Ministros de Indonesia cuando llegan a España en viaje oficial, la primera petición sea la de conocer personalmente a Carolina.
O que este sábado Deepika Padukone, famosa actriz de Bollywood con 15,6 millones de seguidores en twitter, siguiera la final Sindhu-Carolina y fuese prescriptora de opinión en la India con sus comentarios.
España fabrica campeones. Y últimamente, un puñado de mujeres con coraje, que van a ser muchas más en breve con las medidas fiscales impulsadas a través del programa Universo Mujer del CSD o de las becas Podium de Telefónica con el COE, que dan ya un nuevo pulso a deportistas noveles y de proyección.
Lydia Valentín ha sido bronce en Río. Y el COI le debe una de oro de Londres 2012 tras destaparse el dopaje de sus predecesoras. Ella ha sabido darle chispa a un deporte muy complicado de visualizar. Un deporte, que por otra parte, se practica más de lo que mucha gente piensa.
Las pesas están a la orden del día en los gimnasios de los deportistas profesionales más famosos. Y en la calle, el crossfit arrasa con ejercicios de haltera incorporados. Son dos ejemplos, el de Carolina y de Lydia, de dos mujeres luchadoras y soñadoras que se fajan el Centro de Alto Rendimiento en Madrid todo el año, esperando su gran momento. Lydia comienza a tener ya sus apoyos, con Bridgestone, la empresa de neumáticos que le incluye como icono de su campaña 'Persigue tus sueños, supera tus obstáculos'.
Nuevos deportes que surgen en el panorama español como el patinaje, éste para los Juegos de invierno, donde Javier Fernández, uno de los grandes amigos de Carolina Marín, triunfa donde va, especialmente en Japón y en su lugar de residencia en Canadá.
Enfilan los Juegos de Río su recta final y España se va con un número interesante de oros -seis, de momento-, a la espera de ver el resultado final de la rítmica, el basket femenino o Ruth Beitia y una colección de cuartos puestos, a modo de diploma, que habrían dado un mejor lustre a la orla de los Juegos, pero que en líneas generales mantiene el nivel de Londres 2012 y vaticina nuevas generaciones de futuro como Marcus Cooper y Eva Calvo, que se han colado con merecimiento en la mesa de los grandes.

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