El estadio de Maracaná vivió durante casi cuatro horas, con la ceremonia de inauguración de los primeros Juegos Paralímpicos de la historia de Sudamérica, una auténtica fiesta tropical que llenó de color y música el cielo de Río de Janeiro.
La ceremonia comenzó con el anuncio que por los vídeo-marcadores protagonizó Philip Craven, deportista británico en silla de ruedas que compitió en cinco Juegos de 1972 a 1988 y que saludó desde una de las tribunas, ahora como presidente del Comité Paralímpico Internacional.
Su testigo lo tomó el atleta estadounidense Aaron Wheelz, que, con su silla de ruedas, deleitó a los asistentes con un saltó impresionante, con pirueta incluida en el aire, tras descender una empinada rampa desde lo más alto de una de las gradas de un fondo del estadio.
A partir de ese momento la música tomó un papel protagonista y, a través de ritmos como la samba, el tropicalismo o la bossa nova, se fueron sucediendo diversos espectáculos de música, luz y color que iluminaron la noche de Río de Janeiro.
Con el estadio de Maracaná en pie, el maestro Joao Carlos Martins, con un solo de piano, fue el encargado de poner música al himno de Brasil y al izado de la bandera del país carioca.
A continuación, uno a uno, representantes de los 164 países participantes fueron desfilando por el estadio, incluido Ibrahim Al Hussein, un refugiado sirio que compite como parte del equipo de atletas paralímpicos independientes.
La delegación española, con el tenista de mesa granadino José Manuel Ruiz como abanderado, desfiló con el traje diseñado por Luanvi y dio la vuelta a Maracaná entre sonrisas y caras de alegría.
La entrada del equipo brasileño, el último en desfilar, llevó el delirio a las gradas y permitió que el puzzle que se fue confeccionando sobre el suelo del estadio se completara para que, en forma de corazón, se iluminara en una metáfora de la vida.
Ese momento fue la antesala que dio inicio a los discursos oficiales, el primero el de Carlos Arthur Nuzman, presidente del Comité Paralímpico Brasileño.
"Celebramos un gran desafío, el de construir un mundo nuevo, más accesible para todos, más justo, más fraternal y dónde todos podamos caminar sin obstáculos. Los atletas nos inspiran con su pasión. Sois súper humanos, no conocéis lo imposible. Vamos a construir juntos un mundo nuevo", comentó Nuzman.
Posteriormente tomó la palabra Philip Craven, presidente del Comité Paralímpico Internacional, que destacó el "verdadero significado del deporte" en los deportistas con discapacidad.
"Tenéis el poder de transformar comunidades, países y ciudades. Sois los héroes del deporte actual. Tenéis la oportunidad de hacer del mundo un lugar más justo. La esperanza siempre derrota al miedo y todos somos parte de un solo mundo", manifestó Craven.
Tras esos dos discursos, el presidente de Brasil, Michel Temer, declaró inaugurados los Juegos entre la sonora pitada que le dedicó el público nacional que asistió a la gala, como ya ocurrió hace un mes en la inauguración de los Olímpicos.
La ceremonia, creada por tres directores, el diseñador Fred Gelli, el escritor Marcelo Rubens Paiva y el artista Vik Muniz, intentó reflejar la condición humana de los deportistas, sus sentimientos, dificultades y su solidaridad.
Una de las estrellas de la ceremonia fue la deportista norteamericana Amy Purdy, medallista paralímpica de snowboard en los Juegos de Invierno de Sochi, en 2014. Purdy, que perdió las dos piernas con 19 años, llevó a cabo un baile de samba junto a una grúa.
El momento más emotivo de la ceremonia llegó casi al final con el encendido del pebetero paralímpico. La llama, tras haber viajado a través de las cinco regiones de Brasil a lo largo de siete días, con 500 portadores, llegó al estadio para un último relevo en manos de cuatro deportistas con discapacidad brasileños: Antonio Delfino, Marcia Malsar, Adria Rocha y Clodoaldo Silva.
Clodoaldo fue el encargado de llevar la antorcha hasta el pebetero, para lo que tuvo que superar tres cuestas con la dificultad añadida de la lluvia incesante que ya hacía unos minutos había comenzado a caer.
La antorcha cuadrangular, que refleja los cuatro valores paralímpicos -valor, determinación, inspiración e igualdad- que pretenden dejar en la sociedad los Juegos, no se apagó y con su colorido se dio paso al espectáculo final.
El encargado de poner el broche a la ceremonia fue el cantante Seu Jorge, que, acompañado de los músicos del Círculo de Samba, hicieron bailar a la grada de Maracaná.
Los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro son los primeros que se celebran en Sudamérica y cuentan con la participación de 159 países y 4.432 deportistas que competirán en veintidós modalidades, dos más que en Londres debido a la inclusión del triatlón y el piragüismo.