Pablo Ramón Ochoa
Buenos Aires, 11 oct .- Seis jóvenes escaladores salen al rocódromo donde disputarán la final olímpica masculina. Es la primera vez que lo ven, lo pueden examinar solo cinco minutos. Hacen figuras con las manos para prever la subida, con su silencio y el del público, el primero en ver un deporte que estará en Tokio 2020.
Casi como un presagio, dos nipones copan el podio y se llevan el oro y la plata de los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018, donde la escalada deportiva hace su presentación oficial ante el olimpismo, con llenos en cada prueba en la que participantes de 17 y 18 años se juegan el tipo con posiciones imposibles para alcanzar el siguiente punto de apoyo.
"Lo más importante es la fuerza mental, no ceder a los sentimientos que tienes cuando estás subiendo", dice a los medios el flamante campeón olímpico, Keita Dohi, de 17 años, que ya es el número 47 del mundo de un deporte en el que Japón es la principal potencia.
Tanto él como el resto de los deportistas que alcanzaron la final masculina del miércoles y la final femenina del martes tuvieron que demostrar esa capacidad mental, así como fuerza física, agilidad, velocidad y flexibilidad.
"Esas son importantes, obviamente, pero no marca la diferencia si demuestras eso durante la prueba o no. Incluso si yo no soy tan fuerte como otro atleta, me hace feliz que fui yo el que fue fuerte en esta competición", remarca Dohi, con su medalla olímpica en el pecho, su 1'70 de altura y sus 60 kilos.
Dohi comenzó en la escalada con menos de diez años: mientras el resto de niños jugaban a béisbol o fútbol, él escalaba. Más tarde descubrió que había competiciones para ello y ahora su sueño es representar a su país en los Juegos Olímpicos de Tokio, dentro de dos años, cuando la escalada deportiva hará su estreno en unos Juegos absolutos.
Después de causar horas de diversión a los espectadores argentinos que se llevaban las manos a la cabeza cuando conseguía agarrarse a una piedra, el japonés espera que esa pasión atraviese el océano y su triunfo ayude a que la escalada deportiva sea "muy bien conocida en Japón".
El carisma Dohi ya lo había demostrado minutos atrás en la prueba, cuando empezó a pedir al público que animara porque sentía que ya había ganado. "Estoy avergonzado por eso", dice entre risas.
Su compatriota Shuta Tanaka, de 18 años, porta la plata, mientras que un europeo consigue hacerse un hueco entre el dominio asiático para colgarse el bronce.
Se trata del francés Sam Avezou, quien dio a Efe más detalles de la particular preparación de los escaladores antes de afrontar el desafío de la modalidad de dificultad, una arquitectura imaginaria del recorrido que se construye con las manos y se convierte en la base de una subida exitosa.
Avezou, de 17 años, afirmó que el deportista tiene que leer la forma de cada roca artificial para hacer que sus formas se asemejen "lo máximo posible a las manos".
El trayecto se hace más difícil cuando se sobrepasa la mitad, momento clave en el ascenso para Avezou, natural de Igny, una pequeña localidad del campo -sin montañas- cercana a París.
"Cuando llegas a la mitad, tienes que intentar no pensar en nada y continuar como lo habías imaginado en la lectura previa", explica el francés sobre un concepto similar al que expone su colega Dohi.
Quien sí es de una zona montañosa es Dohi, que fue el mejor después de las tres pruebas que completaban el formato olímpico: resolución de problemas, muro de velocidad y muro de dificultad.
El representante japonés ya piensa en Tokio 2020, cita en la que apuesta por la escalada deportiva como una de las revelaciones del programa: "quiero hacer un deporte que cualquiera pueda ver en Tokio, que llegue a todos", concluye el ambicioso campeón, el primer atleta masculino que se cuelga una medalla de oro olímpica en su deporte, aunque sea en la edición juvenil.