Un 8 de septiembre de 2013, Tokio se levantó ilusionada y se acostó feliz, entre fuegos artificiales, fiestas y música. Había sido designada como sede olímpica por segunda vez en su historia, tras 1964. Serían sus segundos juegos, pero unos juegos con otro reto. Ya no consistía el reto en demostrar cómo se había levantado el país tan solo 20 años después de la devastación. Los de 2020 serían los Juegos en los que Japón iba a demostrar por qué lideraba al mundo.
Dice un proverbio japonés "disfruta este momento", "es la oportunidad". Eso viene a ser Ichi go Ichi e, una frase muy utilizada en el país nipón. Lo utilizaba un maestro nipón del té. Eso debe ser esta ceremonia y en realidad todos estos Juegos, así se concibieron, así se soñaron.
Tokio es inmensa, la ciudad más grande jamás vista. Más de 33 de millones de almas en una sucesión de mínimos espacios inacabable. Y aún así, aquel 8 de septiembre de hace 8 años, aquella felicidad por la llegada de otros JJOO, los que no llegaron a Madrid, parecieron inundar todas sus calles, avenidas y rincones. Banderolas por cada barrio, pines, de los de colgar de la solapa, regalados en las calles. Hasta el punto de hacer partícipe hasta a una pareja de españoles a los que le habían arrebatado ese hito para Madrid.
Han pasado 8 años pero sobre todo desde entonces han pasado dos, el 2020 y parte del 2021. Y lo que era felicidad es incertidumbre y lo que era ilusión es desconfianza. La pandemia del COVID-19 del nunca acabar frenó los juegos el año pasado y ha amenazado y amenaza los actuales. Restricciones, condicionantes por doquier... han convertido estos Juegos Olímpicos en únicos, para bien y para mal.
Pero unos Juegos Olímpicos, uno de los pocos acontecimientos que pone de acuerdo a la humanidad, deben servir siempre para unir (strong togheter dice su lema), para mirar hacia adelante y superar obstáculos. Tras la guerra hubo Juegos con tensión, ha habido Juegos con desigualdad, ha habido Juegos en muchos contextos. Por eso la humanidad no puede perderlos ahora. Japón, ejemplo de superación a través del orden, ejemplo de reacción y evolución, es una nación idónea para abanderar esa llama. Con responsabilidad, con orden, pero llevar a cabo estos JJOO es un reto para superarlo como país y también para todo el mundo. No queda otra, hay que superar los obstáculos.
Flashback to a 1️⃣ year ago when Rikako Ikee delivered a special message of hope from the Olympic Stadium 🏟️
We are nearly there! #Tokyo2020 #UnitedByEmotion | #StrongerTogether | pic.twitter.com/60Ntz0Swje
— #Tokyo2020 (@Tokyo2020) July 22, 2021
Esta noche del viernes en Tokio ondeará la bandera olímpica y prenderá la llama olímpica. Y todo lo que ello conlleva es positivo, es una buena señal. Tokio debe recuperar la ilusión y la felicidad de aquellos 8 años, no por festejar unos Juegos en sí, sino por ser capaces de celebrarlos y llevarlos al mundo, eso es un regalo que no puede permitirse dejar de brindar.
Celebremos que la vida sigue, celebremos los Juegos, Ichi Go Ichi e. Bienvenidos a Tokio 2020.