Quizás no se conozca tanto, pero durante los Juegos Olímpicos son vitales que los traslados sean ágiles y lo más rápidos posibles. Pues bien, en Tokio 2020 todo lo contrario, pesados y lentos, y eso que no hay público ni gente en las sedes deportivas.
Cada día un periodista puede echar cuatro horas en autobús mínimo.