España estará en la final olímpica de este sábado en Yokohama ante Brasil. Con mucho esfuerzo, con mucho trabajo, más del debido incluso, pero España estará en una final de unos Juegos Olímpicos 21 años después, la última fue en Sydney, aunque se perdiera luego. A la selección le costó vencer a Japón, tuvo que llevar el partido a la prórroga incluso y marcar a cinco minutos del final, en este caso Marco Asensio, que se reivindicó además con un golazo. La superioridad con la pelota de la selección había sido patente durante todo el partido, pero faltó el gol, faltó la eficacia, el remate, la claridad en los metros finales, que solo llegó con el tanto del madridista.
Jugará España en una final soñada ante Brasil, pero la medalla de plata ya está asegurada, que no es moco de pavo. España quiere el oro, puede ganarlo, mejorando sus metros finales, aunque también es verdad que ese control exagerado de los partidos, a veces sin mordiente, le ha llevado a la final. Será el sábado, cita para la historia.
España llevó desde el principio el peso del partido, sin ritmo pero con posesión, y si hubiera tenido más tino y claridad en los metros finales, ya fuera en el tiro o en el último pase, habría puesto de cara el partido bastante pronto. El caso es que el conjunto de Luis de la Fuente era bastante superior con la pelota, en la transición, y Pedri y Merino encontraban bien por dentro a Oyarzabal, Mir u Olmo, y también por fuera cuando subían Gil y Cucurella. Solo faltaba tener algo más de calma para elegir mejor en el último momento. Rafa Mir por ejemplo, muy constante y dinámico, tomó un par de malas decisiones cuando el ataque pedía otra cosa, y luego, con la pelota controlada en un buen pase de Pedri, no fue eficaz ante Tani.
De tener el control sin gol, hasta España acabó algo cansada, y por momentos parecía como tomarse un descanso de esa autoridad sin castigo. Japón tampoco quería la pelota demasiado, porque cuando llevó algo de peligro fue a la contra y a través de Kubo, por eso entre unos y otros firmaron un final de primera parte bastante discreto y aburrido.
Aunque Japón dio de inicio tras el descanso algún susto en un tiro lejano más o menos franco, fue España quien intentó subir el nivel y el ritmo del partido. Japón solo podía crear peligro a la contra, por eso el conjunto español intentó de meterle algo más de intensidad a la presión y en el robo. Eso permitió que España tuviera más continuidad en el juego, pero sin peligro. Tampoco tenía la selección remate. De la Fuente movió el árbol buscando algo de frescura arriba. Salieron Soler y Puado (Vallejo había salido en el descanso por Gil, lesionado), y en el último cuarto de hora, Asensio. Pero el problema de España seguía siendo el mismo, bien en tres cuartos de campo, mal en el tramo decisivo, inquietando poco y rematando menos.
En esa segunda parte en la que apenas concedió atrás y dominó de forma abrumadora la pelota, solo consiguió generar dos ocasiones de peligro real, dos de Mir, la primera tapada por el portero de forma acertada y la segunda desaprovechada de forma totalmente egoísta por el delantero del Wolves, que en lugar de darla atrás a Puado prefirió rematar sin ángulo. Con esa oportunidad y otra de Oyarzabal ya en el descuento se marchó el partido a la prórroga.
No cambió demasiado la primera parte de la prórroga, con una España roma y sin remate, y la segunda de hecho comenzó peor, pues los japoneses, a través de la velocidad en el uno contra uno, porque de juego, poco, hicieron daño por la banda de Vallejo y lograron sacar faltas y saques de esquina que inquietaron, y mucho, a España.
Pero cuando peor lo pasaba La Roja olímpica, dos acciones de Oyarzabal de uno contra uno, qué poco hubo durante todo el partido, decantaron la balanza. El de la Real metió un balón al área para que Marco Asensio, que de nuevo había sido suplente reclamando más minutos, destapara el tarro de las esencias y marcara un golazo de rosca a cinco minutos del final de la prórroga.