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La alucinante historia de Adiaratou Iglesias, la albina que vuela de Lugo a Tokio con su medalla de oro

Adiaratou Iglesias, tras ganar el oro.
David Ramiro

De Bamako a Tokio pasando por Lugo. Esas conexión a tres bandas podría resumir el periplo vital de Adiaratou Iglesias, un portento físico que, en la ciudad japonesa, ha asombrado al mundo con su velocidad sobre la pista pero cuya historia desprende valentía para hacer frente a las injusticias de la vida solo por ser albina. Un oro en los Juegos Paralímpicos de Tokio que ha dejado a todos alucinados, igual que te va a dejar su historia.

Adiaratou Iglesias (Bamako, Malí; 1999) nació con albinismo, un trastorno causado por mutaciones en diferentes genes que produce una reducción o ausencia total del pigmento melánico en ojos, piel y pelo y que, en ocasiones, también afecta a la visión, como en su caso, con menos de un 20% de capacidad visual.

La dura historia de Adiaratou Iglesias

En Malí consideran que el albinismo da mala suerte si estas vivo pero buena si estás muerto. De hecho, hay personas que salen a perseguir albinos para matarles o cortarles un miembro del cuerpo y tenerlo como amuleto de buena suerte.

Por ese miedo, su vida se redujo prácticamente a estar en casa y no salir de pequeña. En su casa su familia era musulmana, su padre tenía tres mujeres y su madre, sordomuda, era la más joven de ellas y tuvo nueve hijos.

Ante la situación vivida en Malí, la decisión de sus padres fue enviarla a los once años a España, en concreto a Logroño, donde vivía uno de sus hermanastros. Ese cambio no fue bien y acabó en un centro de acogida de menores donde conoció a la persona que le cambiaría la vida, María Lina Iglesias, profesora de magisterio en Lugo, y que decidió adoptarla.

Se fue a vivir con ella a Lugo entró en un club de atletismo y pronto sus cualidades no pasaron desapercibidas hasta el punto de, con el tiempo, llegar a ganar dos veces el Campeonato de atletismo de Galicia en 100 y 200 metros frente a atletas sin discapacidad.

Su progresión en la pista ha sido espectacular. Lina Iglesias siempre creyó en ella y la animó a alimentar sus sueños deportivos. En el Mundial de Dubai (Emiratos Árabes Unidos) de 2019 fue subcampeona en 100 y 200 metros y este año, en el Europeo de Bydgoszcz (Polonia), doble campeona continental en ambas distancias.

En Tokio también ha subido al podio de la clase T13. A lo más alto. 11.96 en 100 metros, por delante de la azerbaiyana Lamiya Valiyeva, plata, y la estadounidense Kym Crosby, bronce.

"No me lo creo aún. Me gusta la competencia pero esta carrera fue muy dura por el nivel que hubo", reconoce Adiaratou, que dedicó su triunfo, en primer lugar, a su madre. Su madre española. La persona que le ha dado una nueva vida en Lugo, ciudad de la que siente todo el apoyo.

La medalla de oro recompensa el intenso trabajo de Adiaratou Iglesias y refrenda su calidad como atleta en el mayor escaparate mundial del deporte paralímpico. Un bonito envoltorio a la banda sonora que alimenta su vida. Cualquier canción de su admirado Salif Keita, un músico maliense también albino y reconocido mundialmente.

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