Allá donde va, compite. Allá donde va, enseña. Allá donde va, recoge piropos. Allá donde va, protagoniza. Pero se cansó de esperar. Fernando Alonso, el mejor piloto de la historia española, anunció su retirada hace escasos días la Fórmula 1 tras una increíble carrera. Su adiós, la despedida de una leyenda, un hecho del que aprender.
"Te he visto cambiar: a veces para bien, otras, al menos en mi opinión, para mal". Así se despedía Fernando Alonso de 'su' competición en un emotivo vídeo en el que repasaba su carrera en la categoría en busca de nuevos retos, en busca de nuevas experiencias "que me puedan aportar más", según el mencionado vídeo.
Su palabra no hizo más que confirmar lo que tantos espectadores reclamaban: la Fórmula 1 pasó de ser un espectáculo a un mero 'circo' definido. El atractivo se perdió, la magia se perdió y lo que realmente atraía al público, la habilidad del piloto, los adelantamientos y las peleas en pista, también se perdieron. Todo pasó a ser un juego de cartas televisado.
Tanto aburrió la categoría, que se marchó uno de sus mejores pilotos. No lo dice el teclado, lo dicen voces autorizadas de la Fórmula 1.
Así, como si Bernie Ecclestone fuese un chico (y precisamente no lo es), el adiós de Fernando Alonso se refleja como el castigo al pequeño que se hunde en sus propias lágrimas: un aprendizaje forzoso.
Se marcha un ídolo. No importa, quizá. Pero también se marcha un atractivo de un mercado que él mismo abrió, un increíble filón económico -que al fin y al cabo es lo único que parece importar en este 'deporte'- y quizá, sólo quizá, ello también importe.
La Fórmula 1 perderá, a menos que Sainz decida continuar los pasos de Fernando Alonso y 'acelere' en este tramo final de temporada, un increíble número de seguidores españoles -que no fanáticos-, un increíble número de seguidores del asturiano.
Quizá, sólo quizá, así aprendan: la Fórmula 1, siempre, debe ser, al menos por el teclado que escribe, un deporte. Por y para los pilotos.
El espectador no importó, quizá tuvieron que esperar al adiós de la leyenda.