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Alonso se despide de Interlagos, el yin yang de su carrera en la Fórmula Uno

Carlos Meneses Sánchez

Sao Paulo, 11 nov .- El español Fernando Alonso (McLaren) se despidió este domingo del circuito de Interlagos, en Sao Paulo, donde celebró sus dos campeonatos mundiales de Fórmula Uno, estuvo a punto de ganar otros dos y lidió con la frustración de los últimos años en la escudería de Woking.

El piloto asturiano, quien en 2019 no seguirá en la categoría reina, recorrió este domingo sus últimas vueltas sobre los 4.309 metros del trazado brasileño, en el que a pesar de que nunca consiguió la victoria, sumó un total de ocho podios y certificó sus dos coronas intercontinentales.

"Brasil siempre ha sido un lugar feliz para mí", afirmó instantes antes de subirse al monoplaza y finalizar en la penúltima posición (17º) en su última participación en el Gran Premio de Brasil.

El destino ha unido a Alonso e Interlagos en repetidas ocasiones. El momento más dulce fue el 25 de septiembre de 2005, cuando se convirtió en el primer piloto español y en el más joven de la historia en ganar el mundial de Fórmula Uno.

Para amarrar el título firmó un tercer puesto, que celebró en el coche con uno de sus gestos más conocidos, imitando con la mano unos pajaritos, el mismo que usó el día de su primera victoria, en Hungría, en 2003.

Luego se subió a su monoplaza, se frotó la cara con las manos y lanzó un alarido que se escuchó hasta en su Oviedo natal.

"¡Toma, toma y toma!", gritó con los puños cerrados para después echarse a los brazos de sus mecánicos.

Alonso acabó así con el reinado implacable del alemán Michael Schumacher (Ferrari), que acumulaba siete campeonatos, los últimos cinco conseguidos de forma consecutiva. Se abría una nueva era y se consolidaba una estrella en el panorama automovilístico mundial.

"Vengo de un país sin tradición en la Fórmula Uno y básicamente he luchado solo porque no he tenido ninguna ayuda de nadie en toda mi carrera. He competido en Fórmula Uno gracias a los resultados en las categorías previas y gracias a mis patrocinadores y ahora este título es lo máximo que puedo lograr en mi vida y en mi carrera", dijo entonces el genio astur tras encumbrarse.

"Es gracias a tres o cuatro personas, no más que eso, que hemos luchado solos siempre", completó.

Solo cuatro pilotos pueden decir que han celebrado un mundial sobre el asfalto de Interlagos: el propio Alonso, el finlandés Kimi Raikkonen (2007), el británico Lewis Hamilton (2008) y el alemán Sebastian Vettel (2012).

En 2006, el piloto de Renault repetiría gesta con un segundo puesto que le valió para sumar su segunda corona, en el año de la despedida de Schumacher. A partir de ahí empezó el tormento.

En la siguiente temporada, ya con McLaren-Mercedes, rozó con la punta de los dedos el tercero, pero las tensiones con su compañero de equipo, entonces un jovencísimo Lewis Hamilton, hicieron saltar por los aires la escudería.

Los dos mantuvieron una cruenta batalla, de la que finalmente salió victorioso Raikkonen, quien se llevó el triunfo en el circuito paulista, última prueba del mundial de ese año, y con ella el título -el último de Ferrari hasta la fecha-. Alonso fue tercero y terminó a un punto del finlandés en la clasificación general.

'Magic' Alonso regresó a Brasil en 2012 con opciones de título, ahora con el mono de Ferrari, pero su segunda plaza en la carrera no fue suficiente para que Vettel (Red Bull) lograse su tercer campeonato mundial de Fórmula Uno. Esta vez, la diferencia fue de tres puntos.

"Podría haber ganado tres o cuatro títulos más, pero creo que lo más importante es haber ganado el respeto de las personas que están en la Fórmula Uno", dijo días antes de correr su último Gran Premio de Brasil a sus 37 años.

A pesar de esos últimos sinsabores, Alonso guarda buenos recuerdos del Autódromo José Carlos Pace, incluso cuando acabó en el hospital tras sufrir un aparatoso accidente. Fue el 6 de abril de 2003, en su primer año como piloto oficial de Renault, cuando acabó tercero.

Chocó a gran velocidad con los restos del monoplaza del australiano Mark Webber y salió despedido contra el muro. Su imagen en la camilla con la cabeza inmovilizada y el pulgar de su mano derecha levantado en señal de que todo estaba bien recorrió el mundo entero.

Las últimas temporadas a los mandos de su McLaren han sido sinónimo de frustración. En 2016, el coche de Alonso dijo "basta" durante los entrenamientos libres y el piloto decidió pasar el rato como operador de cámara de televisión.

Un año antes, Alonso vio como su monoplaza se rompía de nuevo en la calificación y decidió sentarse a tomar el sol, en medio del circuito, con una de las sillas del personal de pista.

A modo despedida y en referencia a ese anecdótico momento, el bicampeón mundial, quien correrá las 500 Millas de Indianápolis en 2019, se encontró el pasado jueves con una hamaca repleta de mensajes de afecto de su equipo y en la que aparecía escrito en letras grandes: "Gracias Fernando".

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