"Hablando claro, como siempre, hay dos pilotos que están a otro nivel ahora mismo. Cogieron inercia en estas dos últimas carreras, que están un pasito por delante. En Le Mans, en Jerez, era el único que podía aguantar ese nivel que estaban imponiendo. Ahora han subido otro peldaño y en estas tres últimas carreras, tanto Martín como Bagnaia, especialmente Bagnaia, está pilotando muy bien y están en otro nivel, en los datos se ve. Les sale muy fácil y, sobre todo, muy constantes. Esto permite que puedan hacer las carreras que hacen. En Alemania, si nos sale un fin de semana perfecto, y me encuentro bien y voy rápido, como mucho estaré al nivel de ellos, para disputar el podio o la victoria. Ojalá, pero más que ellos, no, porque ya lo veo", resumía Márquez tras el Gran Premio de Assen.
Alemania, y más concretamente Sachsenring, tiene un aurea especial. Tanto, que este fin de semana puede ser un punto de inflexión para él. Más allá de haber cerrado su futuro con el equipo oficial de Ducati, la intención de Márquez ahora no es otra que la de disfrutar. Si bien Pecco Bagnaia y Jorge Martín están en otro nivel, la capacidad de Marc es única. En Alemania puede dar un paso adelante, volver a ser competitivo y estar para luchar por la victoria. La historia lo afirma, y es que Sachsenring es un trazado que le viene como anillo al dedo.
Todo eso se pensaba en 2023. En plena crisis con Honda, Márquez recibió uno de los varapalos más duros de toda su carrera. En su circuito, donde mejor ha ido en toda la historia. Donde llegó a ganar en 2021 con un hombro desviado. Todo eso se esfumó de repente por culpa de querer estar lo más arriba posible con una moto incapaz de darle lo que él quería. Fueron cinco caídas, a cuál más dura. Y ahí empezó un camino muy duro para Márquez: el de decidir abandonar Honda y plantearse diversas opciones para volver a ser competitivo.