Marc Márquez está volviendo a ver la cara alegre del deporte. Tras estar varios años alejado por culpa de las lesiones, el esfuerzo y las ganas por no sucumbir se empiezan a traducir en buenos resultados. Todo empezó en 2020, concretamente en Jerez. Ahí, una caída cambió radicalmente su carrera deportiva. Iba lanzado a por un nuevo título de MotoGP, pero Márquez, que nunca antes había sufrido físicamente, se destrozó el hombro derecho. Tras muchas operaciones y tras decidir abandonar Honda, el piloto catalán empieza a recuperar su característica sonrisa.
Si bien en 2024, con Gresini, ya hubo muchos destellos del nivel de Márquez; ahora, en Ducati, la cosa va más en serio. "No piloto para lograr ningún objetivo. Ya he logrado muchas cosas en mi vida. Y ahora entiendo que voy a disfrutar. Si puedo luchar por el Mundial hasta el final, bienvenido; si no pasa, pues no me cambiará nada", comentaba el catalán en el Gran Premoi de Tailandia. "Necesito seguir, necesito continuar apretando porque fue sólo la primera carrera y sé que de un día para otro todo puede cambiar. Sin embargo, estoy disfrutando y voy a intentar disfrutar toda la temporada", añadía.
Es el propio Márquez quien recuerda esa temporada 2020. Ese año donde todo cambió. "Jerez 2020 fue la última vez en la que me sentí súper bien. Ahora, toda la pretemporada, no sólo en este gran premio. Para mí, fue más importante el test de Malasia que el de Buriram, porque Malasia es un circuito difícil para mí y me sentí muy bien. Así que desde Jerez 2020 no me sentía tan bien. Me siento tranquilo, me siento relajado. No sé, no puedo explicarlo. Pero la clave de cómo estoy pilotando es que disfruto con mi trabajo", señalaba el español.
"La última vez que me sentí así sobre una moto fue en Jerez 2020", zanjaba Márquez. Y estas declaraciones son claramente un punto de inflexión para él. Tras ser tremendamente superior en Tailandia, Marc está recobrando en alto nivel de antaño. Un nivel que le puede permitir luchar hasta el final por un nuevo título mundial.