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Un renacido Mejri lidera a un equipo ambicioso y con oficio

Javier Martín

Túnez, 30 ago .- Técnico en la pintura y fino en el tiro, Salah Mejri (Jenduba, 1986) salió de su país muy joven como proyecto de estrella pero las lesiones y la falta de carácter en la intimidación le llevaron a quedarse en un meritorio más de los que pueblan la NBA.

Tras cuatro irregulares años en los Dallas Máverick , lidera ahora la selección nacional de Túnez con un juego renacido con el que pretende agotar sus últimas balas como profesional en el que será el segundo Mundial de la historia para su país.

Mejri, un pívot de 2,17 atlético y ágil, es el pilar del actual campeón de África, junto al base del Olimpia de Milán Michael Roll y el alero Makram ben Rodhmane (Fos su Mer), uno de los hombre claves para la consecución del título continental levantado como anfitrión en 2017 ante Nigeria.

Ausente en la última ventana de las eliminatorias de acceso a la fase final del próximo Afrobasket, disputadas en Angola el pasado diciembre, y consciente de que es un agente libre sin equipo, Mejri ha regresado a las pista con el hambre que se le recordaba en el Obradoiro y la ambición que mostró en el Real Madrid.

Los amistosos previos han dejado claro que quiere dejar huella en China y llevar a los del portugués Mario Palma a cumplir su principal objetivo: pasar a segunda ronda con permiso de España, Irán y Puerto Rico, selecciones estás dos últimas que las "Aguilas de Cartago" creen batibles.

En la derrota frente a Alemania el 23 de agosto, Mejri fue el máximo anotador del encuentro con 30 puntos, con un 3/5 en tiros de tres puntos, un total de 13 rebotes, una asistencia y tres tapones en 39 minutos frente a otros hombres NBA como su excompañero en Dallas Maxi Kleber y el pívot de los Boston Celtics, Daniel Theis.

Días después, su aportación fue similar y esencial para que Túnez derrotara por dos puntos a Japón (78-76) y contribuyera a acrecentar la confianza de un equipo que solo teme a España.

Mejri anotó 20 puntos, capturó 10 rebotes, dio una asistencia, aportó un robo y recuperó su capacidad de intimidación en la pintura con cinco tapones.

A la renacida ambición del gigante de Jenduba, una deprimida zona rural del noroeste de Túnez, se añade la maestría en la dirección del juego y la facilidad anotadora de Roll, un experimentado base curtido en las dura cancha del Maccabi de Tel Aviv.

Nacido en California y formado en la universidad de UCLA, Roll es un trotamundos del baloncesto forjado en ligas como la turca, la israelí y la propia ACB, donde dejó buenas sensaciones en su paso por el CAI de Zaragoza.

Un hombre de 1.93 que también puede jugar de escolta y que aporta sentido al juego de ataque tunecino, orden en defensa y puntos en momentos de alta tensión, una de las asignaturas pendientes de "las Águilas de Cartago".

Los tunecinos suelen alternar en un mismo partido momentos de un gran baloncesto, de transición rápida y defensa posicional estricta, con otros de caos y desconcentración que abre importantes pasillos interiores.

Unos picos de concentración que traen de cabeza al entrenador y que suponen un talón de aquiles frente a selecciones de mayor potencial, que suelen aprovechar estos bajones para poner amplias ventajas en el marcador.

A Mejri y Roll le suelen acompañar en el cinco titular Mourad El Mabrouk, base del campeón local "Club African", el escolta Mohamad Hadidane, bregado igualmente en la frágil liga tunecina y Ben Rodhman.

Más allá del quinteto titular, el banquillo ofrece, sobre todo, labor de equipo: jugadores con oficio que en su mayoría se desempeñan en el Etoile du Sahel, otro de los clubes principales del país.

Tercer deporte nacional tras el fútbol y el balonmano, esta es la segunda participación de Túnez en un campeonato del mundo de Baloncesto tras su presencia en Estambul en 2010, en la que acabó en la posición 24.

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