El cetro mundial del baloncesto volverá a estar al alcance de España, que regresa a una final del torneo tras el título de 2006 merced a una elaborada y emotiva victoria sobre Australia (95-88). De nuevo en un país asiático, la película de terror que por muchos minutos vieron los aficionados españoles derivó en una antológica de suspense con dos prórrogas. El final resultó bellísimo e hizo justicia a una generación de puro metal que no ha parado de acumular medallas en desde finales del siglo pasado.
A falta de su hermano ausente, el papel de actor principal recayó en Marc Gasol (MVP del partido con 35 de valoración y 33 puntos anotados). El pívot salió airoso de su duelo interpretativo con el base australiano Mills (34 puntos), llevando las riendas de una España deudora de su falta de capacidad para cerrar el rebote (15 capturas ofensivas australianas) y de una endémica ineficacia en el tiro que, paradójicamente, se subsanó cuando más falta hacía.
Como era de esperar con un equipo como Australia enfrente, el choque tomó un cariz físico desde el salto inicial. Previéndolo, Scariolo apostó por un quinteto preparado para ello (Ricky, Rudy, Juancho, Claver y Marc) y España lo rentabilizó con un 5-0 de parcial esperanzador. El preocupante lastre de la ineficacia desde el triple dio margen a que Mills empezara a carburar mientras la defensa aussie se iba preparando para la batalla.
Dos canastas de Juancho Hernangómez desde 6.75 contradijeron esa máxima, dando otra vez al combinado nacional un respiro (11-6) que duró lo mismo que una palmera de chocolate libre a la puerta de un colegio. El bloque del letón Andrej Leimanis siguió cogiéndole el gusto a la pelea, tapando la pintura y dejando que España se estrellara contra sus miserias perimetrales. El 17-19 del marcador encendió las primeras luces de alerta, apagadas por un triple lejano y casi desesperado de Llull sobre la bocina que dejaba el 22-21 a favor al final del primer cuarto.
El segundo parcial supuso la certificación de esas luces apagadas con fugacidad. Haciendo valer su físico y una solidaridad endiablada, la defensa de Australia se engrandeció progresivamente minimizando las opciones ofensivas de los nuestros. Ni los cambios lograban trocar una dinámica en la que España no se encontraba nada cómoda. Ni por dentro ni por fuera; ni atrás, ni delante.
Hasta que Ricky Rubio rompiera la tendencia con un tiro liberado, España apenas anotó 3 puntos en más de 6 minutos y ni siquiera el tiempo muerto de Sergio Scariolo pudo atajar el empequeñecimiento generalizado. Con Mills dominando el partido a su antojo y anotando sin despeinarse, el 24-32 amplificaba la preocupación, amainada al descanso por un 32-37 que podría considerarse claramente un 'mal menor'.
La ilusión reverdeció tras el descanso, cuando un par de buenas acciones defensivas y el primer triple de Marc Gasol parecieron devolver a España al partido (37-40). El espejismo tardó en disiparse lo que Mills quiso. El base NBA siguió con su clínic, mientras Australia en conjunto seguía con el suyo en defensa. El preocupante 39-50 a la mitad del cuarto provocó el tiempo muerto de Scariolo. Sin embargo, su efecto se tornó difuso y la defensa aussie mantenía el pulso de un partido al que el combinado nacional no lograba encaramarse (42-52).
Pero como dudar de estos señores sería ilegítimo, la reacción acabó llegando de la muñeca de Llull, cuyo triple otorgó valor a los mejores momentos defensivos del cuadro español. Pese a la técnica pitada a Ricky por protestas, el 51-55 del final del tercer cuarto daba pie a la esperanza de retornar a una final en la cita mundialista.
En un contexto de mucha mayor igualdad, España miró a la cara a Australia en el tramo decisivo. Y la mirada tenía los ojos fieros de Marc Gasol. El pívot, campeón de la NBA hace unos meses, agarró la responsabilidad como si no fuera de otro y con 7 puntos seguidos mantuvo vivo el pulso. El duelo anotador con Mills realzaba un partido ya en dinámica trepidante que acabó 71-71.
Suspense en las dos prórrogas
Ya no se trataba de un querer y no poder. Ya España podía y aguantó el tirón en la primera prórroga. La defensa, el soporte sobre el que se construyen los títulos, renació con constantes vitales parejas a las del rival. Gasol se consolidó como el casi único recurso en ataque (ayudado por Ricky) y ello bastó para que se llegara a la segunda prórroga.
Ahí, cuando más se esperaba a los secundarios de lujo, Sergi Llull apareció magistral con dos triples que amortizaban el rigor defensivo recuperado. Los recursos de Australia apenas brotaban bien sujeto el talento de Mills, por lo que el partido fue decantándose del lado español hasta que un robo de Claver al base aussie terminó por adormecerlo. La justicia divina del baloncesto retumbó sobre el parqué de Pekín, poniendo en su sitio a una selección de la que no se puede dudar. Repitan conmigo: "No dudaré de esta selección en vano".
- Ficha técnica:
España (95): Ricky Rubio (19), Rudy Fernández (2), Juancho Hernangómez (8), Víctor Claver (9), Marc Gasol (33) -cinco titular-, Pau Ribas (7), Pierre Oriola (0), Willy Hernangómez (0) y Sergio Llull (17).
Australia (88): Patty Mills (34), Matthew Dellavedova (6), Joe Ingles (4), Aron Baynes (6), Jock Landale (3) -cinco inicial-, Andrew Bogut (12), Mitch Creek (2), Nic Kay (16) y Chris Goulding (5).
Parciales: 22-21, 10-16, 19-18, 20-16, 9-9 y 10-5.
Árbitros: Guilherme Locatelli (BRA), Tolga Sahin (ITA) y Omar Bermudez Mariscal (MEX). Sin eliminados.
Incidencias: Primera semifinal del Mundial de China, disputada en el Wukasong Sports Center de Pekín ante unos 9.000 espectadores que llenaron el recinto.