Según el diccionario de la RAE, en su segunda acepción, experiencia es la 'práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo'. De eso sabe un rato Silvia Navarro, que a sus 41 años continúa siendo el principal baluarte de su club y de la selección española femenina de balonmano, aka las Guerreras. Esta portera, a la que por su baja estatura llegaron a decirle que no podría ser profesional y que bajo palos se hace inmensa, se sincera con ElDesmarque e Iberdrola. Deja patente y cristalino que #EllasValenOro.
Nació en Valencia, pero lleva desde 2013 en Gran Canaria jugando para el Rocasa, con el que renovó su contrato por una temporada más el pasado mes de mayo. Su longevidad no le impide seguir siendo fundamental para el club y su actuación en la Liga Guerreras Iberdrola le permite continuar contando para la selección española, en la que debutó a los 19 años. La guardameta ha sido llamada para el campeonato de Europa que se disputará en diciembre. Como no sabe si llegará a los Juegos Olímpicos de Tokio, prefiere ir campeonato a campeonato y vivir el presente.
La experiencia es un grado, pero también puede convertirse en una guerra contra el reloj. Sabe que llegará el momento de colgar los guantes. No obstante, ha sufrido tanto durante los meses de confinamiento, en una suerte de "retirada anticipada", que su intención es estirar el chicle al máximo y continuar batallando sin descanso. Como lleva haciendo desde los ocho años: "El cuerpo me aguanta y la mente también, y quizás alargue mi carrera deportiva un año o dos más".
Silvia mide 1,67 metros. Con 16 años, al ver que ya no le quedaba mucho por crecer, le dijeron que con su altura no servía para ser portera de balonmano -tradicionalmente se requiere de una gran envergadura para tratar de cubrir la mayor superficie posible-. Pasó dos años en stand-by jugando con el Torrent, disfrutando "como una enana" hasta que el Ferrobús Mislata decidió apostar fuerte por ella. "Pensé en darle una última oportunidad al balonmano y tuve suerte", dice la valenciana. "A partir de ahí, mi carrera empezó a despegar un poquito".
Y despegó como un cohete. Ella, que tuvo claro que quería ser portera desde que probó el balonmano con ocho años, se ha convertido en santo y seña de las Guerreras y de la Liga Iberdrola, donde ha jugado siempre, exceptuando el año que vivió en Rumanía. Mientras todos los niños y niñas prefieren no ponerse bajo los tres palos por miedo a recibir balonazos, desde el primer día, Silvia se sintió más cómoda en portería, porque de jugadora "era muy patosa". Hizo una buena elección.
Todo lo que ha conseguido, confiesa orgullosa, ha sido gracias a su madre Carmen: "Es la persona que me dio la vida y la que dio todo por mí. Me preparaba la merienda y la cena y me llevaba a 35 kilómetros a entrenar ida y vuelta, me esperaba. Sin ella no hubiese sido nada, fue mis manos, mi cabeza y mis ojos". No podría vivir sin Carmen y tampoco, como buena valenciana, sin las fideuas y paellas que le prepara con tanto cariño.
La de Valencia tiene un espejo en el que reflejarse tanto por calidad como por longevidad. Joseja Hombrados, que a sus 48 años renovó su contrato con su actual club a finales de la pasada temporada, es para ella un "ser de otro planeta". Los guardametas pueden tener carreras más extensas que los jugadores de campo y JJ y Silvia son el ejemplo: "Si tienes una vida cuidada en alimentación y en hábitos, sabiendo que tienes 41 años... Si eso lo llevas a rajatabla, el cuerpo te aguanta, siempre y cuando las lesiones te respeten".
Dice no tener ningún secreto para mantenerse joven ya que es "supertragona". De hecho, revela: "Si me quitan la comida me cabreo". Pero sí que hay una clave para su físico inmortal: "No descanso ni en vacaciones. No estoy nunca quieta, soy un culo inquieto como dice mi madre".
Sin parar nunca. Sin dejar de soñar y de pelear, a Silvia no le queda mucho por cumplir, pero anhela cerrar su cupo de éxitos: "Con la selección me gustaría conseguir un oro, da igual en Olimpiadas, en Mundial o en Europeo. Sería la culminación a mi carrera deportiva, para decir: Me retiro".
No tiene intención de pensar en el final y haciendo un repaso a su carrera deportiva, no encuentra momentos malos. En casa le enseñaron a reponerse ante las adversidades y eso lleva haciendo 41 años: "En el deporte se pierde y se gana. En una carrera deportiva y en la vida, o te repones de las malas situaciones o estamos perdidos".
El balonmano femenino todavía está recuperándose de la dura crisis que sufrió a finales de la pasada década. Silvia recalca la labor de la Federación en revalorizar este deporte y en cómo trabaja el ente federativo para "darnos esa visibilidad que necesitamos".
Hasta diciembre de 2019, cuando las Guerreras se colgaron la plata en el Mundial de Japón, la selección femenina llevaba cinco años sin subirse a un podio. Silvia es consciente de que esto puede parecer un fracaso visto desde fuera, pero quiere hacer hincapié en la dificultad de alcanzar no ya una tercera o segunda plaza, sino una quinta o una sexta y conferir la importancia que se merece el subcampeonato mundial.
Esa plata dejó a las Guerreras a las puertas de lograr una plaza directa para la cita olímpica en Tokio -sólo disponible para las campeonas- y las de Carlos Viver tendrán que jugar el preolímpico. Será un campeonato especial, puesto que se jugará en casa, en Valencia -dos veces casa para Silvia- y para la portera será "un refuerzo" si puede haber público. "No concibo un partido sin gente, porque es la jugadora que suma. Nos apoyan, nos impulsan a seguir adelante. Ya se jugó en 2012 en Guadalajara y fue muy emotivo", concreta la valenciana. "Nos va a ayudar a conseguir las Olimpiadas del año que viene", añade, confesando que todavía le cuesta decir que los Juegos se disputarán en 2021.
Aunque ella prefiere no hablarlo, las posibilidades de ver a Silvia Navarro defendiendo la portería de España en caso de clasificación para los Juegos Olímpicos son bastante altas. Esta cancerbera lleva más de dos décadas dejándonos boquiabiertos con sus paradas imposibles y sus reflejos de gata. Y todavía le queda guerra.
Silvia ataja balones bajo palos con una velocidad de vértigo. Por eso, someterse al test de preguntas rápidas de ElDesmarque no le supuso ningún problema. Su madre Carmen como referencia o un lugar con playa donde perderse son algunos de los conceptos que nos muestran el lado más íntimo de esta portera de balonmano.