Crecí en los tiempos de Pablo Porta o “Pablo, Pablito, Pablete”, que diría José María García, viví el reinado de Ángel María Villar y asisto atónito a la degradación total del gobierno de Luis Rubiales quien, en una suerte de Lobo de Wall Street, este viernes ha hecho un Di Caprio recordando esa maravillosa escena de la película dirigida por Scorsese. En ella, el actor representa a Jordan Ross Belfort, un corredor de bolsa corrupto que cambia de opinión ante su entregado aforo negándose a pactar con la fiscalía de Estados Unidos cuando esta habría sido la única manera de salvar la cárcel. Di Caprio dijo “Joder, ¡No me voy!”, mientras que Rubiales tiene claro que “¡No voy a dimitir!”.
Salvando las distancias, el presidente de la federación ha hecho lo mismo. Primero amagó con marcharse y luego, ante la connivencia de una asamblea que es como el ántrax para el fútbol español, y en olor de multitudes, se vino arriba y decidió quedarse. Seguramente la idea le vino de antes, porque hubo reuniones previas. La mera foto echa para atrás: Federativos a los que no conoce nadie rompiéndose las manos a aplaudir, empleados haciendo bulto, árbitros malos apoyando, preguntas agradables preparadas y todo el mundo contento. La escena ha sido preparada a la perfección, pero hiede. Mención aparte al momento loperiano de subida de sueldos y cargos.
El final de Rubiales está claro y será pronto: Saldrá de forma voluntaria o involuntaria, pero saldrá. El fútbol español (el que importa, no el de los federativos desconocidos), encabezado por las integrantes de la selección española y siguiendo con los clubes y muchos futbolistas, ya ha bajado el pulgar. Hay cosas que jamás tendrían que haber sucedido porque están mal y porque, además, Rubiales ni siquiera tenía que haber llegado hasta aquí por otras muchas que sucedieron en el pasado. Ahora está completamente deslegitimado aquí… y ya veremos qué dice UEFA.
El fútbol femenino sigue sin ser prioritario para la mayoría de los clubes españoles. Algunos de ellos, incluso, siguen reduciendo su número de equipos en categorías inferiores y los sueldos, exceptuando unos pocos, casi no dan ni para vivir. La televisión no da buenas audiencias en la Liga F y las entradas de los estadios sólo dejan de ser pobres cuando se regalan o abaratan tanto que no son rentables para los clubes. La oportunidad era de oro, pero el fútbol femenino se bajó del autobús de la celebración del Mundial para hacer transbordo en el del caos. ¿Lo va a arreglar Rubiales?
Luego están los otros problemas: El Mundial que teníamos casi atado y que ahora temo que nos lo quiten, el fútbol modesto, la Primera y Segunda RFEF, la relación LIGA-RFEF… si antes no había solución, ¿la va a haber ahora?