Acaba de llegar al cargo y puede pecar de cierta inexperiencia en algunos casos, como en la publicitación de los contactos con Alfaro, por ejemplo, incluso puede que esté falto de cierto rodaje en el mundo del fútbol, donde no en vano apenas acumula siete meses, pero lo cierto es que la presidencia de Miguel Guillén es un paso adelante importante del Real Betis.
Se empeña en decir Miguel Guillén que su estadio en la presidencia verdiblanca no será, ni deberá ser muy prolongado, que tan solo debe cubrir un plazo a corto y medio plazo porque la vida de la entidad está llena de cambios en estos momentos. Pero por contra quizás lo que necesite el Betis sea cierta estabilidad en su avance, firmeza en su evolución y continuidad en la gestión, ahora que la hay y con aciertos notables.
Miguel Guillén atesora muchas virtudes de las que adolecían anteriores presidentes verdiblancos, incluso de las que adolecía el propio Betis hace no mucho tiempo. Él se las puede insuflar y él puede llegar a ser el mejor adalid del camino que quiere marcar para el club: preparación, profesionalización, modernidad.
El actual presidente, además, al menos en su declaración de intenciones, quiere actualizar igualmente la filosofía del club, su funcionamiento desde el planteamiento a la ejecución. Quiere capacidad de decisiones, pretende delegar, crear áreas competentes y exclusivas, pero participativas. Desea, en definitiva, un nuevo Betis que cuando suelte las amarras económicas pueda navegar a velocidad puntera. Y ese Betis puede comandarlo perfectamente el comandante Guillén.
Luego será lo que la pelotita quiera, sobre todo en el mundo del fútbol, pero si acompañan los resultados, podemos tener navío de primera línea para rato.
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