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Míchel y el giro de tuerca

El Sevilla de Míchel se debate esta temporada entre dos aguas, entre su faz aguerrida, agresiva y motivadora y la de su cara lánguida, irregular y demasiado reconocida ya para los aficionados sevillistas, hartos de sufrirla las últimos meses.

El conjunto nervionense ha completado su primer cuarto de temporada desprendiendo algunas dudas, aunque también es verdad que en su haber ha dejado algunas sensaciones positivas y algunos argumentos que lo respaldan. En todo caso, por ahora, en este primer cuarto de temporada, esas dudas y esos buenos argumentos dan para que el equipo sea séptimo, tan solo para que el equipo sea séptimo y por tanto esté fuera del objetivo, entrar en Europa.
No es cuestión de ser catastrofistas, como tampoco es cuestión de ser excesivamente optimistas. Pero a día de hoy el Sevilla, en rendimiento, en solidez, en seguridad, está lejos de los de arriba. Y lo está porque de vez en cuando este equipo vuelve a repetir errores y caer en sus propios vicios. En general, ha habido partidos en los que el Sevilla, sus jugadores al fin y al cabo, han desaparecido, y tan solo un par de choques o tres en los que rindieron a un nivel excelente, supino, que reclamó fe en ellos. Quiere eso decir que el equipo no ha mantenido la constancia necesaria para mantener un equilibrio, quiere eso decir que los futbolistas del Sevilla, de este Sevilla, tienen por defecto bajar el pistón, y que partido a partido hay que insuflarles un río de motivación para que se muestren competitivos al máximo.
Y ahí entra Míchel. El técnico nervionense ha demostrado, al menos en ocasiones, que es capaz de sacar lo mejor de los suyos. En su haber está haber recuperado a Rakitic, por ejemplo, también haber mejorado a Fazio en las últimas citas, o haber dado con un recurso para ciertos partidos que está fallando por exceso, juntar a Maduro y a Medel. Pero también el técnico ha vuelto a reincidir en el fallo con Reyes, 'míster oportunidades', y ha asumido que Babá y Manu del Moral son suficientes relevos para Negredo, y esa afirmación no es tal. Es más, no puede estar más lejos de la realidad.
A lo mejor es el momento de que Míchel dé un giro de tuerca más, que apriete a sus futbolistas, que no les deje caer en el ánimo y que incluso empiece a ser más taxativo en algunos casos. El Sevilla puede esperar a ciertos futbolistas, por ejemplo, pero no a todos, no está el equipo para regalar minutos si no se han ganado.
Este Sevilla ya está para avanzar y a lo mejor algunos se caen del tren de la temporada y no aguantan el ritmo. Pero el Sevilla debe avanzar, justo ahora que se empina de nuevo el calendario, debe recuperar su tono más aguerrido y agresivo cuanto antes porque, de lo contrario, el equipo de Míchel no habrá hecho más que calcar lo que en su día hicieron otros como Álvarez, Manzano o Marcelino, conseguir un buen producto, con buena pinta, pero poco duradero, un producto, un equipo, más artificial que real.
 

 
aramirez@eldesmarque.com

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