El Betis y Beñat se han conducido a sí mismos a una encrucijada de difícil solución. Estas cosas pasan en fútbol. Lo que un día es negro, al siguiente es grisáceo y al poco acaba convirtiéndose en blanco, sin menoscabo de volver a ser negro de nuevo.
Pero el caso es que entre el club verdiblanco y el jugador vasco las posiciones y las situaciones se invierten. Es loable que el pasado verano el Betis no quisiera vender a su internacional, en pleno auge, en pos del crecimiento del equipo. Incluso que rechazara ofertas cercanas a los 15 millones de euros por su futbolista más emergente. Es una fórmula legítima de trazar el crecimiento del proyecto deportivo verdiblanco, legítima, e insistimos, loable, intentar que los buenos sigan en tu equipo.
Pero legítima y loable no siempre es sinónimo de efectiva. A veces incluso se contradicen los términos. Por eso, pasados unos meses de aquellas mareantes ofertas del Wolfsburgo, el Betis se encuentra con que Beñat ha dado un bajón en su rendimiento, que ya brilla menos y que su intermitencia con la selección resta puntos a su cotización. Beñat costaba en verano 15 millones de euros, pero ahora cuesta menos, por la sencilla razón de que ya no ofrecen esa cantidad. El mercado manda.
Y ahora, el Betis se encuentra además con unas negociaciones de renovación que no llegan a buen puerto, y que andan algo enquistadas. Porque el futbolista (sus agentes son meros transmisores) solo ha estado dispuesto a escuchar pretenciosas cantidades, es decir, no firmar lo que ofrecía el Betis. Y el club tampoco está dispuesto a salirse del tiesto. El caso es que el próximo verano el Betis se puede encontrar con un jugador que, con un año por delante de contrato, quiera salir, y podrá ser lo que convenga, pero ya su cotización contará con el matiz de solo una temporada restante, y quizás, veremos hasta el final de la Liga, de un rendimiento más irregular. Porque no es lo mismo eclosionar que madurar.
Todo esto conduce a que las situaciones más ideales de una venta de Beñat pasaron, y las venideras puede que sean buenas, malas o regulares, pero no serán aquellas. El escenario del futuro del vasco y del Betis ya es diferente y con el paso de los meses, por el momento, no es mejor, sino más complicado.
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