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Bananeras maneras

El partido entre el Sevilla y la Real Sociedad acabó de forma realmente bochornosa para los aficionados nervionenses. La derrota, las posibilidades agotadas por la séptima plaza, la casi confirmación de otra temporada mediocre enervaron a la afición sevillista, como no podía ser de otra manera. Y la respuesta fue realmente vergonzosa.

De quién fue la decisión de intentar solapar las críticas de la afición al término del partido con canciones de alto tono, con la sorprendente inclusión en el repertorio musical del Sánchez Pizjuán de 'Autopista hacia el infierno', de ACDC, no melódica precisamente, es algo que deberá hacerse mirar el propio club. Tanto si fue una decisión unilateral de algún eslabón bajo de la cadena laboral del Sevilla como si partió de la planta noble.
Pero quizás, lo más grave de esta acción bananera y chabacana sea no solo el hecho en sí, suficientemente vergonzoso, sino lo que refleja. 
Reflejan hechos así que en el club no asimilan la realidad actual del Sevilla, una realidad que encuentra su voz y su crítica en la voz de la afición, esa que intentaron solapar, que no apagar, pues queda un partido en el Ramón Sánchez Pizjuán y una campaña de abonos en la que los aficionados se pronunciarán a su modo.
El primer paso para solucionar, corregir y enderezar los obstáculos, los errores, los fallos, es asumirlos, aceptarlos y admitirlos. Porque nadie está libre de errar, y tiene margen este consejo sevillista para hacerlo, de sobra, mientras los fallos no sean catastróficos. Pero esa asunción de penas y de errores debe hacerse desde la naturalidad, desde la lógica, y nunca desde la soberbia y desde la distancia. El Sevilla, para remontar de nuevo su brillante vuelo de los últimos años, debe acercarse a su gente, debe apoyarse en ella, y no alejarse torpemente.
Ha dado muestras el club de andar perdido realmente en cuanto a las circunstancias sociales que le rodean. Ha dado además una imagen empequeñecida de la entidad, pues se ha servido de sus estructuras mismas para intentar acallar a su misma gente.
Ha dado, en definitiva, una imagen bananera y chabacana impropia del club forjado en los últimos años con enormes aciertos de los mismos que hoy se equivocan. Realmente son síntomas de decadencia, esperemos que aislados, pero que se repiten más de lo estipulado. Son síntomas que erosionan una confianza enorme fraguada durante años de buena labor; enorme, pero no eterna.
 

 
aramirez@eldesmarque.com
 

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