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Superventas

Todas los traspasos de jugadores en el mundo del fútbol son buenos. Da igual quien compre, da igual quien venda. Al final, todas esas ventas son magníficas porque reportan una gran cantidad de dinero a los clubes, da igual el jugador que se venda y su aportación deportiva.

Partamos de que compartimos la necesidad de vender de los clubes más medianos económicamente, tales como el el Betis y el Sevilla. Partamos y coincidamos en que, aun siendo las entidades equipos de fútbol, que deben regirse, se supone, por logros deportivos, son antes que nada sociedades anónimas, y por tanto necesitan cuadrar sus números y sus tesorerías para que la supervivencia misma de la entidad no corra peligro.
Pero no asumamos tampoco de manera pusilánime los argumentos que los clubes de fútbol ponen sobre la mesa a la hora de valorar sus traspasos. La de mantener una masa salarial desmesurada, por ejemplo en el Sevilla, no ha sido un problema inculcado por una fuerza divina, no. Ha sido un problema que el Sevilla FC se ha creado él solito, hasta el punto de verse ahogado y tener que vender sus mejores jugadores.
La de ver marchar a jugadores, de la cantera, a otros clubes y a una liga potente económicamente como la inglesa sin ver un euro a cambio también tiene mucho de errores propios, la de no renovar o ampliar contrato a jugadores cuya trayectoria es ascendente y cuyo peso en el equipo crece. Esas previsiones las debe hacer un club de fútbol, en este caso particular el Betis, y su secretaría técnica, no para quedarse al futbolista eternamente, sino para sacar tajada de él.
Y, puestos a poner el objetivo sobre las ventas de los equipos sevillanos, no cabe más que alabar, a día de hoy, la gran venta de Luis Alberto al Liverpool. Sacar ocho millones de euros por un jugador que apenas ha jugado en Primera es una gran negociación. Si luego triunfa y su valor aumenta por cien, entonces la previsión del club habrá fallado porque no habrán visto el potencial del jugador, pero con un margen de ocho millones mucho debe brillar Luis Alberto para minimizar la que a día de hoy es una gran operación.
Igual que hay que poner muy, pero que muy en cuarentena, siend amables, la venta de Jesús Navas al Manchester City. El Sevilla se ha desprendido de su único campeón del mundo, que no hay tantos, por alrededor de 20 millones de euros (o incluso menos atendiendo a las cifras que ofrecen los medios ingleses). Apenas una semana después el mismo Manchester City pagaba unos 10 millones más, como poco, por Fernandinho, que ha metido esta temporada la friolera de dos goles más que Navas y, que se sepa, no es aún campeón del mundo y, que se sepa, no le llega, ni en títulos ni en rendimiento, a la suela de la bota a Navas. Eso José María del Nido, gran negociador, con un historial de ventas multimillonarias, debería hacérselo mirar. O está perdiendo facultades negociadoras o en el Shakhtar está el mejor negociador del mundo. No debe ser lo segundo, porque el Real Madrid también paga unos 30 por el gran jugador que es Isco, sin duda, pero tampoco de la trayectoria de Navas, y, sobre todo porque el mismo City ha pagado más dinero por hasta 13 jugadores fichados en sus últimos años, incluidos, por cierto, jugadores como Javi García; que se sepa, aún no es campeón del mundo ni ha ganado la mitad de copas que el palaciego. Igual que la venta de Luis Alberto ha sido digna de elogio, la de Navas es digna de reflexión y alabanzas, sí, pero para los negociadores del Manchester City. Es de esperar que en las negociaciones por Negredo, sin tanta urgencia económica ya, el Sevilla adecue las condiciones algo mejor al valor de su jugador.
En el caso del Betis, ha colocado a Beñat en el Athletic Club por unos 10 millones de euros. A día de hoy, es buena venta, sin duda, teniendo en cuenta que acaba contrato la próxima campaña. A día de hoy. La cuestión es si el verano pasado se cometió alguna irresponsabilidad económica no vendiendo al jugador vasco, según además pudo confirmar este medio, al Wolfsburgo por 15 millones de euros, la última oferta in extremis de los alemanes.
En un club con las necesidades económicas del Betis cinco millones no son moco de pavo. Con responsabilidad económica debió ser vendido entonces. Con todo, ahora, este verano, la venta de Beñat ha de ser considerada como oportuna, porque se agotaba su plazo de rentabilidad económica. Pero, como en cada traspaso, se tiende a devaluar el producto del que una sociedad se desprende, y Beñat ha sido, ni más ni menos, uno de los jugadores básicos en sus tres últimas temporadas en el crecimiento del Betis, e incluso uno de los responsables de sus mayores alegrías. La operación, teniendo en cuenta las condiciones y los antecedentes, es satisfactoria, pero los cohetes habrá que guardarlos para otra ocasión.
Estas teorías, en cualquier caso, encontrarán respuestas en argumentos estatrégicos de mercado, en plusvalías, en resortes de ingeniería financiera, en posibilidades económicas. Porque, está claro, no lo olviden, un club nunca hace una mala venta ni una mala compra. Siempre está todo bien hecho y nadie se equivoca, nunca se tira el dinero y todo lo que se ingrese es bueno. Así es el mundo del fútbol, en el que nadie yerra... hasta que la pelota echa a rodar.
 

 
aramirez@eldesmarque.com

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