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‘Demagogus ridículus’

La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)


Prometo que tenía previsto usar íntegramente estas líneas para loar, con todo gusto, el partido del Decano ante el Hércules y ensalzar su completa actuación, su juego vertical, el maravilloso ‘Luzardazo’ de Antón y otros aspectos no menos relevantes. Mi intención también era reverenciar a esa grada de animación que es un lujazo que algunos despreciaron año tras año y aún no sabemos el porqué (el Frente Onuba es incansable, con eso no contaban los que siempre les ponían piedras en el camino). Pero me tengo que desviar del tema y pedir una ovación para los ‘demagogus ridículus’, cuyas últimas actuaciones han sido ‘tebeísticas’. Para enmarcar.
 A esa especie, cada vez más prolífica, se la identifica fácilmente porque sus miembros defienden sin rubor una cosa y su contraria según sople el viento y no se les cae a ninguno la cara de la vergüenza por ello. Fieles reflejos del ‘ninismo’ global, montan en cólera cuando ven en el deporte la escapada perfecta para airear unos bramidos que no se atreven a soltar jamás por otros motivos; la servidumbre tiene esas cosas. Son aquellos que tachan de inmoral que un club se gaste 100 millones en un jugador “en lugar de usar ese dinero para hacer viviendas de protección oficial”, mientras que si otro se gasta 80 millones o si tal actor de la cuerda cobra otros 20 por un papelito en Hollywood aquí no abre la boca ni el arzobispo de Barcelona. Los ‘demagogus ridículus’, además, llevan días llorándole al cielo porque Madrid haya optado otra vez a albergar unos Juegos Olímpicos… pero cuando otra ciudad intentó (lícitamente) competir inútilmente con la capital tiempo atrás por lo mismo, ninguno de esos lumbreras abrió la boca por los muchos miles de millones de pesetas –pesetas mías y suyas, oiga- que se tiraron a la basura (o al estadio de La Cartuja, que se usa menos que el gluten en Mercadona). ¿Quién denunció entonces que ese dinero no fuera destinado a sanidad, empleo, educación o vivienda pública? ¿O en traer, por ejemplo, el AVE a Huelva? Ni Espinete. Ellos, desde luego, no, que la nómina había que mantenerla. Ahí la ética y la decencia no importaban. Igual esa integridad moral sufrió un extraño ERE, la tenían recortada y por eso no la expresaban. Seguro que pasó así. Seguro.

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