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El Betis, entre la connivencia y la convivencia

El Betis está sumido en una situación preocupante. Deportivamente por supuesto, pero institucionalmente la crisis alcanza la misma altura. De hecho, no es casualidad, ni mucho menos, que ambas crisis vayan de la mano. Pero si tiene aristas la primera, también las tiene, múltiples, la segunda, con un atrezzo de plataformas, influencias, infiltrados, defensores, atacados, administradores y dirigentes.

Realmente, el Betis vive actualmente en una continua casa de los líos. Los que intentaremos exponer y desgranar humildemente.
-Situación insostenible. Para empezar, el club verdiblanco vive en una ya insostenible situación de transitoriedad por las medidas cautelares de la jueza Alaya y el embargo de las acciones de Manuel Ruiz de Lopera. Nada tiene que ver la nefasta gestión del anterior dirigente con que al club se le abra un escenario más definitivo, menos etéreo. Si se tiene que cerrar una causa para abrir otra, perfecto; si se retrasa el regreso de Lopera (o peor), de Oliver, perfecto. Pero el club necesita que se den pasos adelante, sobre todo judiciales.
-El legado de Bosch. Mientras llega esa resolución judicial, el Betis está sumido en otra situación transitoria, subtransitoria, cabría decir. La situación a la que ha llegado este consejo administración, conducido por la nefasta mano de José Antonio Bosch, el que meneaba la cuna en el club de forma poco ética y sobrado de soberbia, es insostenible. Insostenible porque los propios consejeros están sumidos en un círculo vicioso de errores y porque las crisis deportivas, la marcha de algunos integrantes, han dejado una ristra de vencedores y vencidos, partidarios y contrarios, de pros y contras, de luchas internas que ya no pueden hacer bien al club. Esas luchas, esas peleas, dominan la entidad, la pudren desde dentro, en la dirección deportiva, en el departamento jurídico. Por eso, y no por recurrir a una expresión común, es necesaria una limpia.
-Las divisiones internas. Y se preguntarán los béticos el porqué de esas luchas internas. Por qué esas divisiones. Pues esas divisiones las han propiciado errores, decisiones controvertidas y apoyos externos y cercanos en su día a Bosch, sujeto al que aún hoy una plataforma, la Liga de Juristas, no critica abiertamente, sobre todo porque ha estado cercana a la línea de su nombramiento y han apoyado hasta el final su labor en el Betis. Esos partidarios de esta plataforma han apoyado por tanto una gestión nefasta. Porque legalmente no hace falta recordar los problemas con los pasaportes, de las listas para la Liga Europa... Y deportivamente la imagen del Betis está por los suelos tras los sucesos de este mes de enero en una secretaría 'liderada' por Ángel Luis Catalina. Contra esas gestiones, a veces secundadas desde fuera, desde ese entorno, ha habido contrarios, algunos trabajadores del club que han intentado poner pie en pared y algo de sentido común en algunas labores.
-Guillén. En este club en eterna marejada hay una figura más sufrida que elevada, Miguel Guillén. El papel del presidente del Betis ha sido poco más que el de capear y apagar fuegos, surgidos de todos lados. Primero estaba atado de pies y manos. Cuando se ha puesto al frente el barco ya es ingobernable. Errores ha cometido, varios, apoyar algunas decisiones, ser condescendiente con algunas actitudes de Bosch, pero va a salir del Betis, porque además ya lo necesita y es pertinente, como víctima, no como verdugo.
-De Bosch a Estepa. La elección de José Antonio Bosch como administrador judicial del Betis ha salido mal, muy mal. La jueza Alaya erró en la elección y la Liga de juristas en adherirse, con sus apoyos públicos en las juntas, entre otras acciones, a la línea del administrador. Ahora es Francisco Estepa el que hará esa labor. Un administrador judicial cercano (sí, cercano, a pesar de cortinas informativas de humo teledirigidas) a Jorge Castro (marido de la jueza Alaya) y, por supuesto, también en la línea de la citada plataforma. En todo caso, su perfil es más discreto, más natural y lógico, y quizás sea la figura que el Betis necesite en estos momentos en ese puesto, si se limita a ser gestor y no ejecutor.
-Plataformas y Por Nuestro Betis. Con este panorama, con el cambio de administrador, una plataforma se ha puesto en 'pie de guerra', legítimo, cabría decir. PNB, además de solicitar una junta general extraordinaria, reniega de líneas continuistas y apuesta por una limpieza generalizada. También en partes apoyada por Béticos por el Villamarín. Menos en la línea, evidentemente, está la Liga de juristas, más oficialista, judicialista. De ahí la actual diferencias entre algunas de ellas, o al menos la no unión. Cabe recordar que las tres buscan el bien del Betis, claro está, las tres son partes personadas contra Lopera en el juzgado. Pero los caminos elegidos no son los mismos. De hecho, algunos son bastante equivocados. Y el tiempo lo ha demostrado.
-¿Y ahora qué? Pues ahora se avecina una nueva junta general extraordinaria que debería arrojar un nuevo consejo, una nueva dirección para el Betis. Será transitoria, evidentemente, pero debe reflejar, y más en estos momentos, la mayor representación posible del beticismo. Con todos dentro, con todas las partes, de forma directa o indirecta, con los accionistas no judicializados representados y con un intento de cooperación común. Con todos los puntos de vistas recogidos y no solo los oficialistas, no solo los cercanos al juzgado número seis, ni solo los alejados de ellos. Y a empezar de cero, y a trabajar por el Betis, por el Betis de todos, no por un tipo de Betis.
 

 
aramirez@eldesmarque.com

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