Vaya de antemano que nada hay que decir, ni se debe, de la personalidad de Paulao ni de Calderón, jugador y entrenador del Real Betis, respectivamente, a quienes como personas juzgarán los que los conozcan profundamente, y no es el caso. Vaya de antemano que cabe analizar sólo su papel como profesionales del Betis, nada más nos compete.
Y vaya de antemano que, como profesionales del Real Betis que son, sus actitudes en Vallecas fueron impropias de profesionales competentes.
Realmente, que un jugador, que se dedica a jugar al fútbol, que se dedica a cobrar de un club como el Betis, que se dedica a defender su camiseta pida un cambio por un bajón anímico parece poco serio, parece poco competente. Paulao, tras dos desastrosas acciones frutos de falta de concentración, atención y algo de mala fortuna también, pide el cambio por no encontrarse en condiciones de seguir jugando por su estado moral en ese momento. De un jugador de fútbol cabe esperar de entrada que cumpla con su trabajo, jugar, cuando el entrenador además le ha encomendado que lo haga. Cabe esperar que supere las adversidades y que no se hunda cuando falla. Porque, ¿qué sería de un equipo de fútbol si cada jugador pide un cambio cada vez que falla, qué sería de un equipo de fútbol, de este Betis, si un entrenador hubiera accedido a la petición de 'quitada de cartel' de un jugador cada vez que se equivoca, o cada vez que llega un partido o momento complicado, más en esta temporada?
Y por ahí viene la segunda 'barbaridad' vivida este domingo, la de Gabriel Humberto Calderón. Que un técnico acceda de esa forma a tal petición supone una absoluta falta de autoridad, una absoluta falta de respeto a otros compañeros que, fallando o en situaciones complicadas (y en este Betis hay ejemplos para dar y tomar) quisieron desaparecer y tuvieron que aguantar el chaparrón. Calderón perdió las referencias con esa condescendencia, perdió el mando y la autoridad de sus decisiones. Si antes del encuentro encontró motivos para darle la titularidad al central brasileño, con su cambio además reforzó la teoría de su error. Y más aún, las sustituciones y las variaciones de nombres y de disposición en el campo aumentaron aún más la magnitud de su fallo.
Las capacidades profesionales de ambos, Calderón y Paulao, quedaron en evidencia en Vallecas, y cabe preguntarse si son adecuadas para el futuro del Betis. Nos tememos que no.
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