“Ya estamos aquí, nerviosos y deseando empezar a correr”, comenta el ‘Lince Andaluz’, que ya va sintiendo el comienzo de la carrera, pese a que todavía no ha echado a rodar: “Ya estamos, como yo digo, en la burbuja. Atrapados. Desde que llegué aquí no hemos parado. El jueves reconocimos la primera etapa y luego estuvimos en la presentación, que fue impresionante. Muchísimo público y con muchas ganas de ciclismo”.
Como ya sucediera el año pasado, el Tour comienza con una etapa en línea de 190 kilómetros que, asegura, será tensa y no tendrá nada de sencillo pese a ser completamente llana: “Aquí las carreteras son estrechas. Somos 200 ciclistas nerviosos, con las fuerzas al máximo. Iremos muy rápido y el riesgo de caídas es extremo. Además, las previsiones anuncian viento”, explica. De hecho, toda la primera semana hasta la llegada de los Vosgos, en la novena y décima jornada, será parecida: “Es donde más gente pierde el Tour por las caídas. Hay abandonos, cortes… y además este año la quinta etapa va por tramos de adoquín de gran dificultad. Más de un favorito se dejará ahí sus opciones en la general. Es durísima”, detalla Maté.
De cara al resto de la carrera, el cometido de Luis será ayudar a sus jefes de fila, Dani Navarro y Rein Täaramae. Sobre todo el asturiano, que espera repetir su Top10 del año pasado y lograr una etapa: “Yo tendré que estar con ellos todo el tiempo posible. Mi lucha no es la clasificación general, sino ayudar a los que van a pelear por ella”, aunque admite que hay alguna etapa que le gusta, como la de Moulhuse, novena de la carrera, en la que espera “estar bien colocado” porque se trata de una jornada “dura y en la que podría llegar una escapada”.
Llegó el momento que todo ciclista sueña, y que Luis Ángel Maté ya ha hecho realidad por tercera vez. Empieza la mejor carrera del mundo. Empieza el Tour de Francia.