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Un calor especial

La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)



“Pasear por Sevilla siempre es un placer y hacerlo luciendo la camiseta del Decano, ni te cuento”, me comentaba un joven aficionado que recorrió el pasado sábado la A-49 y que casi hizo más contento el viaje de vuelta que el de ida pese al traspié sufrido en el Villamarín. “Quien sólo valore el ser de este equipo por un resultado no entenderá nunca de qué va esto, porque lo vivido hoy no tiene precio”, sentenció. No hace falta añadir ni una coma: el aplauso que la afición bética rindió a los recreativistas ratifica su discurso.
En los últimos 30 años no recuerdo un desplazamiento tan grande de onubenses a la ciudad hispalense como este último y aunque la cifra de “valientes” (Oltra dixit) queda lejísimos de ese mítico viaje a Málaga de 2006 o de otros cuantos espectaculares, los que llevamos unos añitos en esto sabemos que por muchos factores (felizmente algunos de ellos ya prácticamente extinguidos) nunca fue sencillo el trayecto en clave albiazul a nuestra querida ciudad vecina. Al estadio del Betis no acudió ni una octava parte de la representación de aquel inolvidable día en La Rosaleda, pero igual lo del sábado tuvo mucho más mérito. Pasó como sucede estos últimos tiempos en el Nuevo Colombino: los que van son la mitad de lo esperado pero animan y alientan el triple, así que quizás la ecuación no sale tan defectuosa.
Lástima que los recursos del equipo llegaron hasta donde llegaron y que el trencilla martilleó lo suyo hasta provocar un agujero casi imposible de reparar. Y aunque prevaleció la camaradería y el buen ambiente con los hispalenses (como debe ser), el caer ante los vecinos siempre escuece ‘un poquito más’ que hacerlo ante el que vive a mil kilómetros de distancia. Por eso, el único ‘pero’ que se le pone a esta historia es que los jugadores no salieran al coso 45 minutos después de finalizar el choque mientras los suyos, incansables, seguían dejándose la garganta desde las alturas reclamando la presencia del equipo una y otra vez hasta que, por fin, les obligaron a desalojar la zona. Un detallito que no tiene excesiva importancia… pero que es preferible pulir.  

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