Agoniza este 2014 y toca hacer balance del año en los dos equipos. Y lo cierto es que el año no ha podido ser más dispar en ambas entidades, confirmando la famosa teoría de los vasos comunicantes en la que, mientras mejor le va a uno, peor le va al otro.
En el Sevilla resulta fácil destacar lo más positivo. Para no pecar de reiterativo citando la tanda de penaltis del 14 de mayo, me traslado al 1 de mayo. En Mestalla, con la afición che enloquecida proclamando a los cuatro vientos que se iba a Turín, los de Unai Emery fueron fieles al verso de su himno. En aquel cabezazo de M’Bia apagó la mecha valencianista y encendió la de todo el sevillismo, que explotó de alegría tras 93 minutos de sufrimiento. En cuanto a lo peor, para no alejarme de lo deportivo, me quedo con el partido que disputó el conjunto de Nervión días atrás ante el Athletic. Llegaba el Sevilla a San Mamés con la posibilidad de acercarse al sueño de la Liga de Campeones, pero las opciones se esfumaron rápido. Un 3-1 ante el que el equipo sevillista apenas tuvo respuesta, evidenciando que se había llegado demasiado tarde a la pelea.
Por otro lado, encontrar algo positivo en el Betis sí resulta complicado. Si acaso, rescato este final de año con Juan Merino a los mandos de la nave. El linense llegó sin hacer ruido como técnico de transición y en cuatro semanas consiguió darle la vuelta al desastre que había dejado Julio Velázquez. Cuatro victorias consecutivas que han devuelto al Betis a la terna de candidatos al ascenso directo que nunca debe abandonar. Lo peor, sin duda, el año en su conjunto. El retorno al infierno de la Segunda división, en una de las peores temporadas de la historia verdiblanca. Un último puesto con sólo 25 puntos en el casillero que devolvieron al conjunto bético a una categoría de la que tratará de salir con el regreso de Pepe Mel.
Todas las historias de 2014 y esperanzas para 2015.