Es Noticia

¿Güija? Mejor un exorcismo

La Platea de Juanma G. Garrido
(Huelva Información)



Ya está la profesión periodística deportiva suficientemente desprestigiada (y la mayoría de las veces con toda la razón del mundo) como para que se siga haciendo de esto un circo. El penúltimo jaleo –lamentablemente no será el último- ha sido la ridiculez esa de Roncero y cuatro tocados más haciendo una güija para “invocar al espíritu de Juanito” y tratar de conocer si el Real Madrid remontaría su eliminatoria copera frente al Atlético. El que un día decidió cerrar los psiquiátricos en España estará muy tranquilo en su casa.
Soy de los que piensa que todo periodista tiene querencia, con más o menos intensidad, por un escudo, y creo firmemente que hay que sospechar más de la supuesta objetividad del que dice que no es de ningún equipo que del que reconoce ser apasionado de tal o cual club. Pero una cosa es combinar el periodismo y el amor a unos colores y otra ser un extremista sin sentido del ridículo, sin saber lo que es la educación, el respeto ni tener la más mínima dignidad. Que la ocurrencia de estos ‘sonaos’ protagonice una noticia y que el señor Alfredo Relaño (con quien trabajé hace ya más de una docena de años y al que tenía en cierta estima) les dé cabida y hueco ¡hasta en primera página! es para cerrar el chiringuito.
Creo que no me equivoco si digo que gran parte de los profesionales de esto estamos cansados de aguantar en nuestro sector a pavos -y pavas- que no saben hablar, escribir  ni hacer la ‘o’ con un canuto y, sin embargo, están tan bien apadrinados que llegan a cotas insospechadas (cada día es más verdad aquello del ‘Principio de incompetencia de Peter’, desde luego). Humildemente, desde aquí les sugiero a Relaño, Roncero y compañía que, en los próximos días, en lugar de una güija implorando revelaciones del gran Di Stefano con no sé qué fin se decidan a llevar a cabo una sesión de exorcismo junto a verdaderos entendidos en la materia. Quizás desde dentro de sus cuerpos salgan entonces elementos extraños y así, quién sabe, nos quedemos todos un poquito más tranquilos.

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