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El mayor de los milagros

Jesús Pulido

La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)

Con toda la lógica del mundo la afición recreativista, que puede ser tildada de todo menos de impaciente, ha sido hasta la fecha más que comprensible con jugadores y técnico. El volcán generado alrededor del club desde que embargaron la tienda oficial ha mitigado mil y un enfados y otras tantas situaciones que, en condiciones normales, se hubieran transformado en pañoladas contra todo el mundo de manera habitual. Sin embargo, la grada ha contado más de una vez hasta diez y, salvo cosas muy esporádicas, aquí no se ha levantado la voz ni para pedir la hora.
Pero el personal está ahora, y con razón, más nervioso y enfadado que nunca tras el infame partido de Zaragoza, porque el encuentro fue eso, infame, no se me ocurre otra palabra mejor para definirlo. En las redes sociales, que entiendo que no son dogma de fe pero que sirven de termómetro para saber cómo respira el ambiente, los incondicionales han variado el mensaje de manera considerable: el susto inicial se ha transformado en un miedo real acompañado de desencanto, desilusión, desconfianza e ira; un descenso al infierno sería perder el decanato, que es lo mismo que perder el alma de este club. Y con el alma no se juega. 

La gente pide a los protagonistas un plus de honor, de orgullo, de agallas, de testosterona (por no decir otra cosa)… Vamos, lo mínimo que se le puede exigir a un deportista profesional y al que juega en los alevines. Llegados a este punto siempre me gusta recordar que la última vez que nos vimos en una situación parecida, cuando el despido de Alfaro y la llegada de Carlos Ríos (y todo el jaleo que se montó con Merino, otro bochorno que ya muchos han olvidado), se salió del pozo jugando bien al fútbol. Hasta Emilio Sánchez, tan exquisito como frío, tiró del carro en varios momentos aunque luego volvió a apagarse para no volver a encenderse jamás. En Huelva, a día de hoy, ya está todo muy claro: medio encarrilado el tema económico, el Decano se juega la vida cada semana sobre el verde. La supervivencia del Recre está repleta de pequeños milagros a lo largo de su historia; igual necesitamos el mayor de todos ellos en los próximos cinco meses. Quien tenga un poco de fe ya puede ir rezando. Por si acaso.

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