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Objetivo conseguido en la travesía Sevilla-El Puerto de Santa María

Ricardo García Castro durante la travesía.
ElDesmarque

El canario Ricardo García Castro cumplía este sábado uno de sus sueños: batir el récord de travesía en esquí acuático sin paradas de río a río durante una distancia de unas 70 millas náuticas. No fueron pocas las dificultades que tuvo que afrontar el deportista natural de La Palma, de 43 años de edad, que partiendo del Club Náutico Sevilla a las 08.30 horas llegaba hasta las instalaciones del Real Club Náutico de El Puerto de Santa María a las 13.12 horas con una velocidad media de 19-20 nudos.

 
El rider salió de la dársena del Guadalquivir para, una vez pasada la esclusa de la capital hispalense, buscar la desembocadura del río, singladura fluvial en la que tuvo que sortear alguno de los mercantes que remontan el río. Durante el tiempo que estuvo deslizándose sobre las aguas interiores, el viento de Levante no tuvo mucha incidencia en su desplazamiento, siendo remolcado por la lancha a gran velocidad.
El reto lo sorteó con éxito, no sólo por haber superado la prueba en sí, sino porque la realizó sin arnés de tiro, sólo con la fuerza de sus brazos, con la dificultad añadida del encuentro a su paso con varias embarcaciones. Eso sí, una vez que salió a mar abierto, el viento y las olas comenzaron a arreciar, siendo cada vez más intenso conforme avanzaba hacia la bahía de Cádiz. A mitad de la travesía, arreciaron también las dificultades, ya que la lancha llegó a encallar, la hélice golpeó con una roca, provocando que Ricardo García Castro pasara sobre un banco de arena, con el temor de su equipo de que se cayera, lo que hubiera invalidado la prueba. No fue así, aunque el motor de la lancha quedó dañado.
A lo largo de la travesía tuvo también que cambiar el tiro de la cuerda a la lancha de apoyo que le acompañaba y continuar sólo con una embarcación. Había perdido la lancha que le suministraba comida y bebida (con las altas temperaturas y el Levante), y las dificultades no cesaron, ya que el aventurero y su equipo se encontraron con un tronco que flotaba entre dos aguas, que a punto estuvo de dar al traste con la prueba y causar un percance mayor. Al final de la travesía, cuando sólo les quedaban tres millas por recorrer, el equipo hizo una llamada de urgencia para que saliera del R.C.N. de El Puerto un barco y abriera camino a la lancha que tiraba del deportista, para poder concluir la prueba, ya que temían que el motor no aguantaría debido al sobresfuerzo por las malas condiciones de mar y viento.   Pese a todas las dificultades, el aventurero alcanzó el Club Náutico de El Puerto, donde fue recibido con aplausos por el público, directivos de los clubes náuticos y el concejal de Deportes del ayuntamiento local.

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