El Helvetia Balonmano Prointegrada afrontaba en Madrid una empresa titánica. Debía derrotar al destacadísimo líder de la tabla, el Balonmano Ikasa. Y encima, hacerlo a domicilio. Lograr la décima victoria consecutiva y mantener con esperanzas la persecución del deseado ascenso eran los alicientes. Pero no pudo ser. Y no será porque los pupilos de Fernando Castelló no depositaran todo lo que tienen sobre la cancha del Polideportivo Rey Felipe VI.
Los sevillanos se presentaron dispuestos a dejar su huella en la capital. Un fulgurante inicio puso un 1-4 de salida que dejaba a las claras sus intenciones. La defensa era inexpugnable. El Ikasa era incapaz de trenzar ni una ofensiva fluida. Los rojinegros dejaban sin ideas a los madrileños, obligados buscar posiciones forzadas. Se esperaba un partido físico y de contacto; y el desarrollo correspondió a la predicción. Nada menos que ocho penaltis se señalaron en la primera parte.
Sobre la pista se daba el terreno en el que mejor se desenvuelve el Helvetia BM Prointegrada: las defensas duras y los tanteos bajos. Con ataques pausados e inteligentes, los goles de Carlos González, soberbio con seis tantos al descanso, y el acierto de los porteros, tanto de Manu López como de Quique Gallardo, hicieron que la ventaja de entre dos y tres tantos se mantuviera estable durante el mayor tramo de los primeros treinta minutos. No obstante, una reacción vertiginosa del Ikasa en los compases previos al descanso, con 4-0 de parcial incluido, dio la vuelta al marcador, dejándolo en 13-11.
La segunda mitad fue un calco de la primera. Pasaje por pasaje. Acto por acto. Otro gran inicio de los visitantes les ponía por delante con otro 1-4. La salida de Álex Ramírez y sus incursiones al contraataque le dieron vigor al equipo. Y la defensa nuevamente le ponía el cierre a la portería. Un único tanto era el bagaje de los locales tras los primeros diez minutos. La hemorragia fue cortada tras un tiempo muerto de estos y el duelo entró nuevamente en una fase valle de intercambio de tantos y de alternativas en el marcador.
Y al igual que el primer tiempo, para desgracia de los sevillanos, otro parcial desenfrenado de 4-0 del líder de la categoría, este aún más devastador por el momento de la contienda, rompía el choque y lo dejaba casi sentenciado. Los pivotes madrileños, en especial Adrià Cumplido, fueron incontenibles en ese intervalo. Fernando Castelló intentó responder con otro tiempo muerto, pero ni las acometidas de David Martínez y ni los lanzamientos de Tobías a la heroica sirvieron para limar la diferencia. 28-24 reflejaba el luminoso cuando sonó la bocina.
Con esta derrota, el Helvetia Balonmano Prointegrada cede terreno en su ya de por sí utópica lucha por el ascenso. Corta la impecable racha de nueve victorias consecutivas, pero no las sensaciones. La imagen mostrada en los dominios del mejor equipo del grupo demuestra que, hasta que las matemáticas no digan lo contrario, los de rojo y negro seguirán persiguiendo el sueño de subir de categoría. Aunque parezca eso: un sueño.