Los dos montañeros vascos y su nuevo compañero de expedición, el argentino Leonardo Cuny Proverbio, se preparan para afrontar la arista Mazeno, una vía inédita que aspiran a recorrer. Se trata de una muralla natural de siete picos de 7.000 metros. "Hay que ser ambicioso", transmite Alberto a través del teléfono satélite que funciona de nuevo "hay que serlo porque esta montaña no te regala nada".
Salieron a por ella el pasado jueves, pero a 5.200 metros el cielo se cerró y una tormenta de granizo y nieve envolvió a los tres alpinistas, que pasaron la noche esperando a que el tiempo cambiara. Pero no fue así. El descenso al Campo Base es tan duro como el ascenso debido a la enorme inclinación que presenta la Mazeno. Con toda la ropa mojada, la única expedición en las faldas del Nanga mira hacia arriba esperando a que el cielo se abra. El lunes, quizás, puedan salir de nuevo, cuando todo esté seco y el sol se vea. Lo mejor de todo es que Txingu ya está recuperado. "Menos mal que estaba flojillo", dice Zerain riéndose: "Se le notaba el hambre de montaña porque ha subido con una potencia…".