Los tres partieron el lunes por la ruta Kinshofer, la ruta clásica en la montaña paquistaní, después de que la arista Mazeno se mostrara impracticable. Tras hacer noche en el campo 1, a 4.900 metros, amanecieron el martes con la sorpresa de que todo el trabajo de equipar con cuerda los 200 metros más verticales y por tanto peligrosos que hay entre el campo 1 y 2 había desaparecido.
“Aunque ha habido avalanchas tremendas de nieve y hielo, ese tramo es muy, muy vertical, aéreo, y no pensamos que pudiera cargarse tanto. Es una temeridad destreparlo, por lo que necesitas una cuerda sobre todo para el descenso. Ibamos sólo con un piolet porque a partir del campo 2 y 3 la ruta es más fácil, pero la montaña se ha tragado nuestro paso hasta el campo 2 y con un piolet es imposible hacerlo, En los 5.550 hemos tenido que daros la vuelta”, ha explicado Zerain.
El tiempo, por el momento, no cambia. Hay fuertes granizadas. Pero las ganas siguen allí, casi intactas. El alpinista alavés espera esa ventana de buen tiempo que le permita pisar la cima del Nanga Parbat (8.125 metros). Llegó al campo base junto a Txingu Arrieta el pasado 26 de junio. Y de momento siguen ahí. Queda mucho para cumplir el sueño.