Alberto lo detalla: “Estamos habituados a aguantar temperaturas muy bajas, pero las condiciones que estamos soportando aquí son terribles. Tenemos viento pero la irregularidad del terreno no nos deja utilizar las cometas a sí que tenemos que caminar subiendo el denivel arrastrando los 170 kilos de trineo. Estamos sufriendo bastante pero aún así hacemos más kilómetros de los que pensábamos aprovechando el viento a ratos y buscando el mejor hielo para avanzar; pero nos hemos encontrado con sastrugis enormes, esas formas irregulares que ha creado el viento y eso nos impide usar los esquíes y las cometas, como habíamos previsto. Para que os hagáis una idea durante las tres primeras horas del sábado, tan sólo avanzamos 3 kilómetros y medio y nos quedamos hechos polvo. Nos dimos un respiro de unos veinte minutos, y sacamos las cometas pequeñas para avanzar más rápido, andando. Más tarde abrimos las más grandes y en total recorrimos 20 kilómetros”.
Los pocos que han cruzado la Antártida saben y avisan de que la entrada en ese continente inmenso y helado es lo peor, pero este año el extremo sur de la Tierra está castigando aún con mayor dureza a los expedicionarios. Han recorrido 17 y 21 kilómetros durante la primera y la segunda jornada y 41 y 21 kilómetros, el tercer y cuarto día. “Nos quedan otros 100 kilómetros hasta llegar al plateau, unos 1.200 de desnivel, que tendremos que sudar y sufrir los próximos días. Cuando lleguemos allí, veremos las condiciones que nos esperan y tomaremos decisiones. Parece que el terreno sigue fatal, lleno de agujeros y montículos.”
En las próximas horas toca prevenir y esperar a que pase la tormenta “perfecta”; a que no pase cerca, se autoanima Juan, “aunque esto sigue siendo un infierno”. Ya tienen 20 grados bajo cero y están a 1.800 metros.