Livingstone asume que “el reglamento es el reglamento”, pero no oculta que tuvo “lágrimas de impotencia porque tanto el coche como yo estábamos enteros. Cuando las máquinas estaban desguazadas y la gente reventada yo tenía aún ganas de seguir y el coche estaba en condiciones”, asegura.
Eso sí, también se muestra orgulloso porque “he estado ocho días de carrera cuando equipos multimillonarios se han quedado por el camino con pilotos consagrados. No fui el único equipo que quedó eliminado por llegar a las seis y diez en lugar de a las seis que era la hora marcada. Equipos más potentes se quedaron fuera y ha habido muchos equipos con mucha más preparación que se han quedado antes que yo”, explica en una entrevista en Onda Cero.
El piloto bilbaíno recuerda que “solo he competido la primera etapa en igualdad de condiciones relativas porque mi equipo es modestísimo”. Tan modesto que iba en solitario, si bien “no me sentía solo”.
Todo esto le lleva a decir que “si el Dakar es el infierno yo estaba en la caldera del infierno. Estar atrás e intentar llegar cada día al campamento era una odisea, cada día era un nuevo Dakar. Cuando llegaba casi tenía que salir”, explica.
Tras quedar descalificado la organización le permitió continuar pero fuera de competición, “me dejan seguir como asistencia haciendo el recorrido por carretera, llegando a Lima”. Ahora con poco tiempo de reflexión deja claro que “el sueño está cumplido, ya he hecho mi Dakar, no tenía que demostrar nada a nadie pero ya he hecho mucho más que muchos y en otra serie de condiciones pero ahora queda el reto que tendría que ser con muchos más medios pero en solitario. Como he ido no voy a volver”.
Y es que para Livingstone, “el Dakar cada año es más difícil, los Dakares sudamericanos son mucho más difíciles que los africanos”.